«Dolores abdominales, hinchazón, ardor en la boca del estómago… He pasado por millones de médicos y todos me derivaban de unos a otros. Me hicieron muchas pruebas, y no salía nada, hasta que insistí para que me hicieran la del SIBO y dio positivo». Este es el testimonio de Jimena Álvarez Flores, o lajimyyy, como es más conocida en redes sociales.
Estos síntomas la han acompañado durante los últimos tres años, hasta que hace unos meses los médicos dieron por fin con la tecla de sus molestias: SIBO, las siglas de sobrecrecimiento bacteriano en el intestino delgado. Anteriormente, este trastorno era muy desconocido, pero las redes sociales lo han llevado a los oídos de todos. Tan solo hace falta entrar en Tiktok, y escribir en su buscador las cuatro letras para ver centenares de vídeos relacionados. En Google Trends se puede observar cómo ha habido un aumento exponencial en las búsquedas, con una popularidad mayor a medida que avanzan los meses.
Jimena Álvarez usaba las redes como un medio de entretenimiento, y colgaba vídeos para sus amigos. Sus seguidores rondaban la cifra de los mil, hasta que subió un vídeo contando que tenía SIBO y se viralizó, llegando a tener más de 3.400.000 visitas. Las personas que se sienten identificadas le hacen todavía hoy todo tipo de preguntas para comprobar si sus síntomas coinciden, y saber cómo lo ha solucionado.
Además de en las redes, esa demanda se ha trasladado también a las consultas. «Es una demanda totalmente legítima. Los pacientes quieren encontrase bien y solucionar su problema. Otra cosa es si lo que sufren es SIBO o no», indica Javier Santos, especialista en aparato digestivo del Hospital General Vall d’Hebron (Barcelona). «Hasta un 20% de la población tiene de modo recurrente molestias abdominales, sin que se le identifique ninguna alteración orgánica. Muchas de estas personas, al conocer qué es el SIBO en redes sociales, han pensado que ahí estaba la solución, y vienen a la consulta a pedirte que le hagas la prueba», corrobora Francisco Guarner, especialista en aparato digestivo del Hospital Vall d’Hebron de Barcelona.

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¿Pero realmente todo es SIBO?
Un «no» tajante es lo que responden los especialistas consultados. «El SIBO siempre ha existido, antes estaba muy restringido a ciertas patologías como aquellas que provocan problemas en la movilidad intestinal, pero ahora perece que todo el mundo tenga SIBO, y lo que, seguramente, tengan son problemas digestivos. Solo un pequeño porcentaje de esos tienen sobrecrecimiento bacteriano en el intestino delgado», expone Santos, también miembro del Centro de Investigación Biomédica en Red (CIBER).
Los síntomas del SIBO suelen ser: dolor abdominal, hinchazón, gases, distensión, flatulencia y diarrea. Estos signos pueden deberse a la mala absorción de nutrientes, alteración en la permeabilidad intestinal, inflamación y/o activación inmunológica provocada por la fermentación bacteriana dentro del intestino delgado. Sin embargo, ninguno de estos síntomas puede atribuirse única y específicamente al SIBO, sino que pueden estar detrás de otros diagnósticos, como síndrome del intestino irritable o dispepsia funcional. Así lo expone la Revista del Colegio Americano de Gastroenterología.
«Conocer qué es el SIBO a mucha gente le está generando más sufrimiento que ayuda, debido a los falsos diagnósticos. Hay mucha confusión», reflexiona Francisco Guarner. Este especialista explica que el método actual para detectar el SIBO es el test de aliento, pero «no es 100% fiable, hay que saberlo interpretar».
«Antiguamente los cultivos se hacían mediante sonda, pero solo se detectaban el 20% de las bacterias, y además era un método invasivo», comenta Santos. Actualmente, los test de aliento, como su nombre indica, se basan en echar aire por unos tubos cada media hora, a la vez que se bebe un líquido que contiene azúcar (glucosa o lactulosa). Cuando este azúcar llega al intestino delgado, si hay bacterias se expulsan dos tipos de gases: hidrógeno en el caso del SIBO, o metano en el caso de IMO, en el que en vez de crecer bacterias lo que se reproducen son arqueas. «Estas pruebas tienen variaciones, porque hay otras condiciones que pueden influir y si no se interpretan bien pueden dar falsos positivos. Esta es la situación en la que nos encontramos».
«Lo que está pasando es que hay mucha gente que a lo mejor sin tener los síntomas o sin tener una caracterización del cuadro clínico se hacen las pruebas por su cuenta, porque no necesitan prescripción médica», expone Javier Santos.
Conocer qué es el SIBO a mucha gente le está generando más sufrimiento que ayuda, debido a los falsos diagnósticos. Hay mucha confusión
Tan solo hace falta escribir en el buscador de Google «test SIBO» para que aparezcan tiendas online donde te lo venden por unos 60-90€. Sin embargo, los especialistas alertan del peligro que puede suponer no hacer las pruebas bajo supervisión médica y, sobre todo, advierten de los graves riesgos de automedicarse ya que «si realmente no se tiene SIBO, los antibióticos pueden ser contraproducentes».
«Lo más importante de todo es entender que el SIBO siempre es una complicación de otra enfermedad. No es una enfermedad en sí misma y esta es otra de las grandes controversias». Javier Santos incide en que se debe buscar qué está provocando el sobrecrecimiento bacteriano y tratar la causa antecedente. «Lo más común son pacientes con intestino irritable con estreñimiento, y si no se corrige ese problema no vas a solucionar el SIBO». ¿Y cómo se trata el SIBO?, Responde Francisco Guarner: en primer lugar, se debe estar seguro del diagnóstico, y en segundo, aplicar antibióticos y acudir al nutricionista.
LA IMPORTANCIA DE LA DIETA
Blanca García-Orea es nutricionista, especializada en microbiota humana y escritora de un libro con el que ha obtenido un gran éxito, Dime qué comes y te diré qué bacterias tienes (Grijalbo). Combina estos trabajos con el de las redes sociales, donde acumula más de un millón de seguidores. Según explica, los pacientes suelen acudir a su consulta desesperados porque, a pesar de haberse hecho pruebas, nada les ha salido positivo, pero se encuentran mal, y con muy poca calidad de vida. «No todo es SIBO. Puede haber otros muchos desajustes en la microbiota intestinal que producen síntomas parecidos».
La nutricionista cuenta que muchos pacientes llegan a su consulta diciendo: «No puedo salir de casa por la tarde por la hinchazón de tripa, me tengo que desabrochar los pantalones y quedarme sentada, no puedo ni ir a la oficina, prefiero teletrabajar para ponerme ropa cómoda, no quiero salir …».
Preguntamos a García-Orea que por qué hay un boom con el SIBO. Relata que muchas personas llevan muchos años experimentando un aumento de problemas digestivos. Piensa que se debe a que los malos hábitos están inflamando y deteriorando la microbiota de estas personas. «Comemos mal, dormimos mal, nos movemos poco y tenemos una muy mala gestión del estrés. Estamos viendo las consecuencias de nuestros malos hábitos mucho antes de lo que nos esperábamos».
«Es importante llevar una dieta baja en carbohidratos (fodmaps) durante el tratamiento porque ayudará a aliviar los síntomas, ya que con el SIBO se dañan las microvellosidades de la mucosa (donde se absorben los nutrientes) y esto produce inflamación intestinal y una malabsorción de carbohidratos», indica la nutricionista. «Destacar que el tratamiento solo con dieta no es válido porque esta no tiene la capacidad de matar bacterias o arqueas».
No todo es SIBO. Puede haber otros muchos desajustes en la microbiota intestinal que producen síntomas parecidos
García-Orea explica que la dieta dura aproximadamente unas 4-6 semanas, dependiendo de cada caso: «Debe ser personalizada según los síntomas del paciente». Tiene varias fases, en la primera se restringen prácticamente todos los fodmaps, y después se van reintroduciendo poco a poco bajo la supervisión de un nutricionista. García- Orea indica que esta dieta «no es ideal porque no favorece el buen desarrollo de una microbiota intestinal sana, pero sí ayuda a mejorar síntomas como la hinchazón y los gases».
Los alimentos que peor sientan son: ajo, cebolla, coliflor, lechuga, manzana, y pera, entre otros. «La leche es el lácteo que más malestar provoca, tanto por su gran contenido en lactosa como por la proteína caseína, que, en caso de tener un intestino ya inflamado, contribuye aún más a la inflamación, explica la nutricionista. «El SIBO no es una enfermedad, es una consecuencia del desequilibrio de las bacterias del intestino delgado y es importante encontrar la causa para tratarlo», comenta. A lo que añade que están encontrando un montón de recidivas en el SIBO: «Muchas veces únicamente te prescriben un antibiótico. El paciente mejora y como no cambia nada más, hay un contexto facilitador en el intestino para recaer de nuevo».
«El mensaje es que los afectados vayan al médico. No se pueden tratar sin estar seguros de que es SIBO lo que tienen porque pueden tener consecuencias peores«, concluye Javier Santos.