Vuelven a proliferar «opiniones y conjeturas» sobre la eficacia y seguridad de las vacunas, principalmente bulos que se magnifican en redes sociales; por lo que desde la Organización Médica Colegial queremos hacer unas consideraciones de interés para la ciudadanía.
Las vacunas son los medicamentos más seguros que existen, afirmación que se sustenta en la experiencia acumulada a lo largo de décadas de uso generalizado en millones de personas, de la información científica en ficha técnica y de un regulado sistema de notificación de los efectos adversos que puedan producirse posterior a su comercialización, el cual está a disposición de profesionales y usuarios en NotificaRAM.
Es un sistema que establece garantías mediante ensayos clínicos registrados y estudios post-autorización. Este procedimiento se respetó durante el proceso de vacunación en la pandemia de Covid-19, donde la alarmante situación favoreció un consenso de los países implicados que consiguió acelerar la distribución de las mismas por agilización de los trámites administrativos, sin detrimento de los requisitos de calidad, seguridad y control de los ensayos.
Las vacunas son muy eficaces, y han conseguido erradicar enfermedades como la viruela; no así en el caso de la poliomielitis, donde se ha vuelto a detectar el virus en ríos de grandes ciudades, lo que supone un retroceso alarmante que justifica la intensificación de las pautas vacunales en todo el mundo y obliga a diseñar nuevas estrategias.
Cuando se dejan de administrar las vacunas repuntan casos de enfermedades casi olvidadas, pero potencialmente mortales como la difteria. Los médicos más jóvenes no habían visto casos antes de la generalización de los movimientos antivacunas, paradójicamente impulsados por personas que no tienen ninguna titulación en las ciencias de la salud. La vacuna antigripal reduce el riesgo de hospitalización por la infección en un 52% y el mayor avance contra la Covid-19 se consiguió cuando tuvimos acceso a la vacunación masiva, con significativa diminución de los indicadores de morbilidad y la letalidad con respecto a los previos.
Combatir la falsas noticias difundidas por los movimientos negacionistas y antivacunas supuso un esfuerzo añadido a la exigente actividad de los profesionales sanitarios durante la crisis que provocó la pandemia, que incluso soportaron amenazas personales y públicas; por eso el posicionamiento avalado por las autoridades sanitarias y académicas es: «las respuestas están en la ciencia»; insistiendo que toda la información en salud ha de ser contrastada, analizada y verificada en fuentes acreditadas.
Es responsabilidad de los colegios de médicos la protección de los intereses de pacientes y usuarios, así como colaborar con los poderes públicos para que se haga efectivo ese derecho fundamental a la protección de su salud. Por eso cuando las manifestaciones contrarias a la mejor evidencia disponible en ese momento provenían de colegiados, se procedió a apertura de expedientes y su correspondiente sanción que podía llevar a suspensión de la colegiación y por tanto del ejercicio de la Medicina.
Además, en 2017 desde la organización que representa a la profesión médica en España creamos el Observatorio contra las pseudociencias, pseudoterapias, intrusismo y sectas sanitarias, cuyas acciones están en línea con el Plan para la protección de la salud frente a las pseudociencias y el posicionamiento de la Asociación Médica Mundial sobre los riesgos de las pseudoterapias en el campo de la salud.
Tener acceso a las vacunas es un privilegio y participar de la inmunización colectiva un acto de solidaridad para proteger a los pacientes más vulnerables, en los que por alguna situación clínica está contraindicada su administración. Por todo ello, el objetivo de la comunidad científica y de la profesión médica es garantizar el acceso universal y equitativo a vacunas asequibles a través de estrategias colaborativas basadas en una Alianza Mundial para la Vacunación. En definitiva, proteger y defender la salud pública de los riesgos derivados de técnicas y prácticas no avaladas por la mejor evidencia disponible y la defensa del conocimiento científico frente a la desinformación, es un deber de la profesión médica.
Rosa Arroyo es vicepresidenta 2ª de la Organización Médica Colegial (OMC) y coordinadora del Observatorio contra las Pseudociencias de la OMC