Una revisión de 101 metaanálisis (50 observacionales y 51 ensayos clínicos) demuestra que el cannabis, los cannabinoides y medicamentos basados en estos pueden mejorar algunas condiciones médicas como la epilepsia, el dolor y la enfermedad inflamatoria intestinal, pero los efectos perjudiciales superan a los beneficios, especialmente en determinados grupos de población -adolescencia y jóvenes, personas con predisposición a trastornos mentales, embarazo y conductores-.
Se ha hallado, en concreto, un aumento del riesgo de psicosis en jóvenes, adolescentes y personas con predisposición a tener un problema de salud mental; de bajo peso en bebés de embarazadas, y de accidentes de coche por somnolencia.
Este estudio, que contradice la creencia popular de que consumir cannabis no tiene consecuencias para la salud y que supone el de mayor tamaño internacional hasta la fecha sobre el cannabis, lo publica hoy el British Medical Journal.
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Ha sido liderado por Elena Dragioti, de la Universidad de Linkeping; Marco Solmi, de la Universidad de Ottawa, y Jae Il Shin, de la Universidad de Yonsei. Y ha contado con la participación de Eduard Vieta, jefe del Servicio de Psiquiatría y Psicología del Hospital Clínic de Barcelona y del grupo Trastornos bipolares y depresivos del Idibaps, investigador del CIBERSAM y catedrático de Psiquiatría de la Universidad de Barcelona (UB), y de Joaquim Raduà, jefe del grupo Imagen de los trastornos relacionados con el estado de ánimo y la ansiedad (IMARD) del Idibaps, investigador del CIBERSAM y profesor asociado de la UB.
Vieta, en un encuentro junto con Raduà con la prensa, ha confirmado que, de acuerdo con este estudio, «ningún menor de 25 años debería consumir cannabis». El riesgo de desarrollar psicosis, ha precisado, se da incluso en una única o primera oportunidad de consumo. Podría haber un factor genético detrás de ello pero ha recordado que por ahora no hay forma de saber quién tiene más o menos riesgo. Se calcula que en el mundo hay 24 millones de personas con un trastorno debido a su uso.
Entre los cannabinoides, más de cien, están el tetrahidrocannabidiol (THC) y el cannabidiol (CDB), que son los de mayor relevancia clínica. El CDB se usa cada vez en más indicaciones, que incluyen los trastornos neurológicos como la epilepsia infantil resistente al tratamiento, y productos de cuidado y cosmética.
Vieta ha indicado que en el caso de CDB no habría riesgo pero ha recomendado analizar bien productos que lleven este compuesto «porque pueden contener cannabinoides más dañinos para la salud».
Por otro lado, la ONU decidió en 2020 sacar el cannabis de la lista IV, reservada a las drogas más peligrosas sin utilidad alguna como la heroína, e incluirla en la I, la de drogas que hay que tener bajo control pero que presentan propiedades terapéuticas de algún tipo, como la morfina. Y países como Alemania, Italia o Reino Unido, y más de la mitad de los estados de Estados Unidos, han autorizado su uso medicinal.
En España, en 2021, se presentaron tres iniciativas -de Más País, Podemos y ERC– en el Congreso de los Diputados instando a aprobar una ley que regule su uso medicinal y también el recreativo, puesto que la prohibición no ha frenado su uso. Ya lo intentó antes, en 2017, Ciudadanos.