Toledo, la ciudad en la que vive y ejerce como cardiólogo, es una suerte de trasunto de Luis Rodríguez Padial. Desde la estricta centralidad que le da su ubicación geográfica, la capital castellano-manchega vive, no obstante, ajena a la vorágine propia de otras centralidades…, y de otras periferias. Si Carlos I hizo de la ciudad imperial el asiento central de su corte, Rodríguez Padial tiene el suyo en el Complejo Hospitalario de Toledo. Allí se refugia de la visibilidad y relevancia que implica presidir la sociedad científica que agrupa a más de 7.000 cardiólogos españoles. Hasta 2025. Dos años de centralidad para nuestro entrevistado.
Jefe de Cardiología en la calma Toledo, profe en la Facultad de Albacete y académico de número en Castilla-La Mancha, Rodríguez Padial sabe de ritmo cardiaco y, sin apenas variar el suyo, denuncia inequidades asistenciales, reclama al ministerio y a las comunidades que escuchen a los que saben y habla de interoperabilidad en el SNS. Pero también es su voz -latido arriba, latido abajo- la que menciona a sus nietos, la que pide a la gente que cuide su corazón y la que renueva sus votos de especialista, con una declaración de amor a la cardiología actual, pero también a la que está por venir. Bonhomía castellana.
- Creo que no yerro mucho si le digo que la SEC es una de las sociedades estrella del SNS, por número de socios y por la relevancia de su especialidad. Dígame tres asignaturas ineludibles que no puede dejar de aprobar usted en estos dos años al frente de esa sociedad.
- Pues mire, la primera es muy continuista y tiene que ver con la calidad asistencial y con el registro Recalcar, una de las piedras angulares para medir esa calidad. El registro se basa en datos asistenciales de toda España, pero ahora no es tan fácil conseguirlos, o no con la rapidez necesaria, porque los estamos recibiendo del Ministerio de Sanidad con casi un año de retraso. A la necesaria actualización de esos datos, queremos sumar, además, la experiencia del paciente. La segunda asignatura también tiene que ver con la calidad, pero dentro de la propia sociedad científica, con la acreditación de algunos procesos internos. Y, finalmente, queremos poner el acento en la importancia que la patología cardiovascular tiene en la mujer.
- ¿Por qué especialmente en la mujer?
- Obviamente en todos, pero si nos centramos especialmente en las mujeres es porque creemos que ni las propias mujeres ni los cardiólogos hemos sido suficientemente conscientes de que la patología cardiovascular es la principal causa de enfermedad y muerte entre ellas. Coincidiendo con la semana del 8 de marzo, vamos a organizar unas jornadas de prevención, información y divulgación centradas en la mujer y con una perspectiva científica.
- Volviendo a su primera respuesta, que el ministerio tarde casi un año en facilitarles datos asistenciales, a mí, qué quiere que le diga, me suena escandaloso ¿Exagero?
- Bueno, no son datos en bruto. Antes de enviarlos, se tienen que codificar, y ahí es donde hay un cuello de botella importante, porque hay hospitales que los codifican directamente, otros que tienen subcontratada la codificación… A partir de ahí, las comunidades se lo remiten al Ministerio de Sanidad y luego este nos manda los datos a nosotros. Como ve, el proceso no es inmediato, porque no depende solo del informe que hace el clínico en el hospital. Pero sí, coincido con usted en que no debería durar un año.
- ¿Y no hay forma humana de agilizar ese proceso?
- Bueno, se podría intentar acortar o evitar alguno de los pasos intermedios. De hecho, el año pasado empezamos a hablar con las comunidades para ver si nos pueden remitir los datos a nosotros, a la sociedad científica, al tiempo que se los hacen llegar al ministerio.
- ¿Se supone que estamos en plena era de la interoperabilidad, no? No puede ser tan complicado…
- Qué quiere que le diga: somos 17 sistemas sanitarios, por mucho que digamos. En muchos casos, de hecho, somos nosotros los que le hemos dado al ministerio la información global de esos datos: cuando hace años había comunidades que aún no habían puesto en marcha el Código infarto, era muy evidente que la mortalidad era mayor en aquellas que no lo tenían, y la información que transmitíamos al ministerio en ese sentido facilitó la plena implantación del Código infarto en todo el SNS. También tenemos información sobre la heterogeneidad de la mortalidad por insuficiencia cardiaca, por ejemplo, y nuestra idea es usar también esos datos como herramienta de comparación. Por cierto, volviendo a la codificación, también le diré que la SEC ha trabajado ya en un sistema para homogeneizar el registro de los diagnósticos, de forma que los datos sean lo más parejos posibe y facilitemos así el trabajo posterior de los codificadores.
- Me decía que otro de los objetivos de la SEC es preguntar al paciente, que les cuente cómo lo ve. ¿Cómo se va a concretar esa pregunta?
- Lo vamos a hacer mediante la plataforma de pacientes que acabamos de crear de la mano de la Fundación Española del Corazón. Esa plataforma agrupa a pacientes de toda España y, gracias a ella, podremos recabar las opiniones y percepciones de personas que son atendidas por cardiólogos de todas las comunidades.
- Opiniones y percepciones que no tienen por qué coincidir con las de su cardiólogo…
- No, no, claro. Nosotros podemos estar a veces muy contentos con lo que hacemos, pero nos falta la perspectiva del otro, y esa es la que queremos recabar.
- ¿El riesgo de preguntar al paciente es que te conteste, no?
- Sí, pero no le tenemos miedo a eso. Seguro que entre las primeras cosas que dirán es que en determinados sitios hay mucha lista de espera, pero que cada palo aguante su vela. A nosotros nos interesa la percepción que tienen de la atención que les prestamos nosotros, los cardiólogos. Creo que el saldo será favorable, pero, si no es así, tener la información seguro que nos ayudará a mejorar. Si no contamos con el paciente, corremos el riesgo de caer en una especie de…, ¿cómo le diría?…
- ¿En una suerte de despotismo ilustrado?
- ¡Exactamente! Esa es la expresión que buscaba. Una especie de despotismo asistencial ilustrado: todo para el paciente, pero sin el paciente. Aquí queremos contar con el paciente. Y no hablo de ponerle en el centro, que también, sino de que sea activo en la toma de decisiones.
- Vamos que lo del paciente en el centro como que no se lo cree mucho, ¿no? ¿Le suena más a eslogan que a realidad palpable?
- Pues mire, es triste, pero sí, en efecto: es más un eslogan que otra cosa. Lo del paciente en el centro sería tan sencillo como que el paciente viniese al hospital, contase su problema y los especialistas nos movilizásemos para intentar solucionarlo de la forma más ágil y efectiva posible. Punto. Y me temo que seguimos sin ser capaces de modificar la estructura interna que tienen los hospitales.
- La calidad asistencial es una especie de obsesión inserta en el código genético de cuantos le han precedido en la SEC, y veo que usted comparte esa obsesión. ¿En qué medida se ha avanzado desde que la sociedad puso en marcha el proyecto SEC-Calidad? ¿Se atrevería a cuantificar ese avance?
- Avanzar, se ha avanzado, claro que sí, pero también es cierto que en algunos casos concretos necesitaríamos medir esos resultados. No obstante, hay un indicio claro de mejora: llevamos tiempo acreditando los procedimientos, y si el procedimiento que seguimos es correcto y está acreditado, lo más lógico es que los resultados también hayan mejorado. Tenemos Recalcar, que forma parte de SEC-Calidad desde 2012, y ahí hay datos concretos, pero no estamos monitorizando, por ejemplo, la acreditación de las unidades de insuficiencia cardiaca. En Toledo, por ejemplo, tenemos una unidad acreditada y estoy seguro de que se está tratando mucho mejor al paciente con insuficiencia cardiaca, pero nos falta sistematizar la medición de resultados a nivel general, en todas las unidades, y comprobar de manera fehaciente cómo va mejorando la calidad de la atención a estos pacientes.
- Acaba de mencionar usted Recalcar, un estudio que la SEC elabora desde hace más de una década para detectar posibles inequidades asistenciales en el SNS. En la última edición de ese estudio, la de 2022, se dice literalmente que sigue habiendo «amplios márgenes de mejora». Diez años después, ¿el margen de mejora sigue siendo «amplio»? ¿No es un poco descorazonador?
- Me temo que inequidades hay y seguirá habiendo. No quiero mirar para otro lado, obviamente, pero hay cosas que la SEC puede denunciar, pero no mejorar, porque no está en su mano. Podemos recomendar formas de actuación, pero eso, en última instancia, depende de las gerencias y de los propios sistemas de salud. En línea con los proyectos por los que me preguntaba al principio, también queremos tener una colaboración más estrecha con el Ministerio de Sanidad y con las consejerías en la aplicación y desarrollo de la Estrategia de Salud Cardiovascular que se creó en 2021. Esa puede ser una buena oportunidad para mitigar las inequidades que persisten.
- Y tanto que persisten. En el capítulo que Recalcar 2022 le dedica a las desigualdades, el estudio dice literalmente que las «notables» inequidades asistenciales deberían ser «motivo de alarma» para las administraciones. ¿Vamos, que, según donde vivas, tienes más o menos posiblidades de morirte de un infarto?
- Hombre, es imposible que esté igual de seguro el paciente que sufre un infarto en los Pirineos que el que lo padece a 500 metros de un hospital…
- Ya, pero no hablo de casos extremos. Hablo de sendos infartos en el centro mismo de dos comunidades autónomas.
- Sí, sí, me consta, y no eludo la respuesta. Desigualdades hay; sin ir más lejos, en la oferta de medicamentos. De entrada, hay un retraso de cerca de 2 años en la adopción de nuevos fármacos una vez que se aprueban; pero es que luego, además, cada comunidad pone una barrera distinta. Hay, por ejemplo, un porcentaje grande de pacientes que sigue sin tener acceso a los anticoagulantes de acción directa, pese a que llevamos tiempo con ellos, han demostrado que son seguros, más eficaces que el sintrom y probablemente más baratos. Son, pues, las comunidades autónomas -imagino que en virtud de su presupuesto o de su actitud- las que también contribuyen al mantenimiento de esas grandes diferencias. Y nosotros tenemos que seguir ahí, haciendo de Pepito Grillo, poniendo información sobre la mesa y denunciando que esas desigualdades, lejos de reducirse, persisten.
- Lo mencionaba usted antes. La junta directiva que presidirá hasta 2025 habla de la necesidad de convertirse en «colaborador necesario» del ministerio y de las CCAA. ¿En serio que a estas alturas aún no lo son?
- Yo creo que no. Sin ir más lejos, en la aprobación de los fármacos, de la que acabamos de hablar, prácticamente ni se nos pregunta. Cuando ya se ha tomado la decisión final, te mandan el informe y te preguntan que qué te parece. A lo mejor no somos los únicos que sabemos en este país de enfermedades cardiovasculares, pero nadie puede negar que somos unos de los que más sabemos. Pues bien, esa actitud no contribuye en modo alguno a reducir la inequidad.
- Convendrá conmigo en que ese es un llanto compartido, o al menos todas las sociedades cuentan historias para no dormir parecidas.
- Sí, sí, sin duda. La pregunta quizás es por qué las administraciones no nos ven como personas confiables, comprometidos con el SNS y que buscamos lo mejor para ese sistema. Tampoco vamos a pedir que cualquier fármaco se le aplique a todos los pacientes, porque somos conscientes de que eso es inviable. Habrá que seleccionar aquellos fármacos en los que el beneficio haya sido mayor. Si todo nos lo gastamos en medicamentos, no tenemos para pan, y el pan es un buen medicamento, no sé si me explico. Vamos, que somos perfectamente conscientes de la importancia del principio coste-oportunidad.
- La enfermedad cardiovascular figura sistemáticamente como la principal causa de muerte en España, pero no sé si la ciudadanía es consciente de eso, por mucho que ustedes se desgañiten.
- Me temo que no. Se lo decía antes, cuando hablábamos de las mujeres. Parece que nos hubiéramos acostumbrado a que morirse del corazón es lo natural y no se le diera la importancia que merece. No solo es la causa más frecuente de muerte, sino que lo es entre los hombres y entre las mujeres; los fallecimientos se producen, además, a edades cada vez más tempranas y, en muchos casos, son prevenibles. Y lo más triste es que el Ministerio de Sanidad tampoco parece muy consciente del problema, porque tendría que hacer muchas más campañas de prevención e información.
- No me diga que no hay campañas de prevención: del alcohol, del tabaco, de fomento de la vida saludable… Es verdad que, a lo mejor, muchas de esas campañas son compartidas, para la prevención de varias patologías, pero campañas hay, ¿no? ¿No sé qué pensarán entonces otras especialidades?
- Francamente, yo no veo mucho anuncio en televisión promocionando el ejercicio o la dieta saludable. En la tele, pagado por el ministerio, no por la SEC. No se trata de comparar muertes, obviamente, porque todas importan, pero en la carretera, por ejemplo, se producen unas 1.000 muertes al año y se invierten unos 30 o 40 millones en campañas de la DGT, y bienvenidas sean. Pero no tiene sentido que se invierta mucho menos en la prevención de unas enfermedades que causan unos 120.000 muertos. Como le decía, me da la sensación de que todos hemos bajado un poco los brazos al asumir que morir del corazón es algo relativamente normal. No competimos con nadie, pero a mí sí me gustaría ver campañas preventivas en todos los medios, y no solo durante 10 días, sino de forma permanente.
- Me decía antes que la prevención, diagnóstico y tratamiento de la patología cardiovascular en la mujer es otra de las líneas estratégicas de su mandato. ¿Sólo con perspectiva científica o también con perspectiva de género? ¿No temen que les acusen de una cierta corrección política?
- Mire, la perspectiva de género es insoslayable, pero nosotros somos una sociedad científica y nuestro punto de vista prioritario es ese, el científico. Cerca del 40% de nuestros socios actuales son mujeres, y ese porcentaje va a seguir creciendo, así que la perspectiva de género es fundamental, y no solo en cardiología, sino en todo el ámbito médico. Ahora bien, insisto, la preocupación que late detrás de esta línea estratégica es que la mujeres, en general, no son conscientes de que las enfermedades cardiovasculares son la primera causa de muerte y enfermedad entre ellas, incluso por delante del cáncer, y le prestan poca atención. Ahora se está consiguiendo que los ensayos clínicos incluyan a un porcentaje cada vez más alto de mujeres, y ese es un paso importante para evaluar aspectos como la respuesta diferenciada a los fármacos, por ejemplo.