Ciencia y Salud,Enfermera Saturada,salud,Verano Chanclas: ¿sí o no? La cara y la cruz de un calzado típicamente veraniego

Chanclas: ¿sí o no? La cara y la cruz de un calzado típicamente veraniego




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En verano, además de nuestra ropa, cambiamos también nuestro calzado. Después de meses protegidos por los calcetines y las botas, nuestros pies pasan a estar más expuestos que nunca. Es por ello que debemos tener una serie de precauciones para evitar contraer infecciones y alguna otra patología que puede hacer que terminemos en la consulta del podólogo.

Puntos a favor del uso de chanclas

Las chanclas son un calzado más que recomendado para espacios donde podemos encontrar agua encharcada como son las duchas comunes, los accesos a las piscinas y la zona alrededor del vaso, los vestuarios… Principalmente porque su uso va a evitar resbalones y caídas y porque va a proteger nuestros pies de infecciones.

Las más comunes son:

  • Hongos. Las infecciones más comunes por hongos en los pies podemos dividirlas básicamente en dos: pie de atleta y tiña del pie, pero sin duda la más habitual es la primera de ellas. Utilizar un par de chanclas en piscinas y vestuarios es la mejor forma de prevenir su contagio, además de secar bien con una toalla los espacios entre los dedos y debajo de ellos. Afortunadamente su contagio no es algo grave, pero sí muy molesto porque nos va a picar mucho la zona y pueden llegar a producirse heridas si se agrieta la piel.
  • Papilomavirus o VPH. Contagiarse con este virus es muy fácil, especialmente en verano porque el número de personas que acuden a vestuarios y piscinas se multiplica, y la mejor forma de prevenirlo es utilizar siempre chanclas, no compartir calzado o toalla y mantener los pies secos. A pesar de que su nombre, virus del papiloma humano, nos recuerde a una ETS que puede llegar a causar cáncer, cabe recordar que el VPH son una familia de más de 200 tipos de virus y en el caso del primo de los pies se limitará a provocar una verruga plantar molesta y dolorosa que no tendrá peores consecuencias.

Puntos en contra del uso de chanclas

Como hemos visto las chanclas pueden ayudarnos a evitar que padezcamos algunas de las principales patologías de los pies, pero nunca debemos abusar de ellas. Su uso debe limitarse exclusivamente a vestuarios, playas y piscinas. Si las empleamos para caminar durante largos trayectos no sería extraño que sufriésemos alguno de los siguientes problemas:

  • Inflamación de tendones. Al caminar con chanclas tenemos una tendencia a curvar los dedos para sujetarlas, los ponemos en garra, además los pasos que damos son más cortos por esa falta de sujeción adecuada y realizamos inconscientemente un mayor esfuerzo al caminar que supone tensar continuamente músculos y tendones. Eso acabará inflamándolos y provocando dolor.
  • Fascitis plantar. Las chanclas, junto con gran parte del calzado de verano como manoletinas, bailarinas o esparteñas, son un calzado muy plano que no respeta el desnivel natural del arco plantar. Como consecuencia se produce un extra de esfuerzo y de tensión en la musculatura de la planta del pie al caminar, en la fascia plantar, que se estira y acabará causará inflamación y un importante dolor.
  • Esguince de tobillo. Una chancla no sujeta adecuadamente el pie, y si es de esas que únicamente tienen una pieza vertical que se inserta entre dos dedos y una tira horizontal que va de lado a lado, las conocidas como flip-flop, todavía peor. Esa poca sujeción del pie genera una importante inestabilidad de la marcha, a quién no se le ha girado la chancla y ha acabado con el talón pisando fuera, y eso deriva muy fácilmente en esguinces, tropiezos y caídas.

Como conclusión, debemos usar chanclas pero nunca abusar de ellas. Limitaremos su utilización a los espacios para los que han sido pensadas, y si la caminata hasta la piscina o la playa es larga las cambiaremos por otro calzado que sujete el pie, nos proporcione estabilidad y tenga una plantilla que respete el arco plantar.

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