Desde 2017 tengo la suerte de poder viajar al terreno para conocer los diferentes proyectos que UNICEF está implementando en lugares como Senegal, Níger o los campos de refugiados sirios en Jordania. Proyectos que cada día cambian positivamente la vida de muchas personas.
Esta nueva misión en la que colaboré con la Dra. Lucía Galán (Lucía, pediatra) nació con un hashtag bastante sencillo: #356ConUcrania. Como todos sabemos, la semana pasada se cumplió un año desde que comenzó esta terrible guerra y nuestro viaje con UNICEF a Cracovia y la frontera entre Polonia y Ucrania pretendía recordarnos que todavía hay 7,8 millones de niños (y sus familias) pagando las consecuencias de una conflicto que no hicieron.
Se habla de 487 niños muertos y 954 heridos, pero es probable que las cifras reales sean mucho más altas. Y si bien la falta de vacunas o alimentos es una realidad, si tuviera que sacar una impresión de este viaje sería que, un año después, el gran reto en cuanto a refugiados es poder atender los problemas de salud mental.
«La guerra es cuando vienen extraños y de repente comienzan a disparar. Aunque no lo esperábamos. Entonces ahora siempre tenemos miedo de algo. Lo peor son los bombardeos, especialmente cuando golpean tu casa. También es difícil no tener comida y tener que preguntarle a la gente». Bohdan, 10 años. Izyum, este de Ucrania.
Escuelas infantiles: la personalidad del psicólogo es clave
Mientras visitábamos un jardín de infancia en el centro de Cracovia, una maestra nos explicaba cómo se fueron desarrollando las reflexiones de los niños refugiados sobre su situación en el extranjero: hace un año pensaban que habían venido a Polonia de vacaciones y que sería una estancia corta. Ahora se empieza a hablar de la existencia de «dos casas».
Este centro, que se originó por iniciativa de un grupo de mujeres polacas y ahora está financiado en un 85% por UNICEF, ha crecido a más de 700
Los niños están en lista de espera. Nos explicaron que si ya era difícil salir de tu país, de tus amigos y hasta de la personalidad de tu padre, y sumarlo a las distintas situaciones traumáticas (algunos pasaron varios días o semanas refugiándose en sótanos y túneles), entonces el hecho de estar poder «ir a la escuela» entre otros niños que hablaban su idioma ayudó a que la transición fuera más fluida. Aunque aprenden inglés y polaco, todos los alumnos de este centro son ucranianos, al igual que los profesores y psicólogos que los atienden.
Sí, escribí la palabra «maestros» en plural y «psicología» en singular. Para este grupo de 120 niños, solo hay un psicólogo, que muchas veces termina cuidando a las madres de los estudiantes. Lo que me llamó la atención durante el viaje fue que en diferentes centros insistían en la importancia de poder contar con psicólogos de habla ucraniana, porque cuando interviene el traductor, los tratamientos no se desarrollan de la misma manera. Esto es especialmente importante en el caso de mujeres que han sufrido maltrato.
Centros de Ayuda Psicológica: Música y Arte para Sanar la Mente
Luego de conocer la guardería, pudimos visitar el Centro de Atención Psicosocial donde atienden a más de 500 niños con traumas, problemas de adaptación y conducta. También niños con autismo. En Ucrania, como en otras partes del mundo, la salud mental sigue siendo tabú y estigmatizada en muchas ocasiones. Sin embargo, UNICEF pudo llegar a más de 3,3 millones de niños y cuidadores con apoyo psicosocial y de salud mental, incluidos 357.963 niños con discapacidades.
En el centro tuvimos la oportunidad de charlar con profesionales del equipo. Psicólogas, logopedas, terapeutas, educadoras, fisioterapeutas y educadoras (sí, todas eran mujeres) trabajan allí para ayudar a resolver problemas de aprendizaje en una acción coordinada de 360 grados. Esto significa que a cada niño se le realiza un diagnóstico individual y que la ayuda no termina dentro de los muros del centro, sino que se indican las indicaciones que se seguirán posteriormente en sus centros de estudio.
Nos impresionó ver que los armarios del centro estaban rematados con caballetes con múltiples dibujos hechos por los propios niños refugiados. Y que hay bongos gigantes por todas partes. La terapia incluye terapia con música, arte, teatro, cuentos y muchas actividades de apoyo con las que los niños se sienten cómodos y pueden desarrollar. Los psicólogos les dan esperanza para el futuro. Y así, entre estos muros, poco a poco, los niños y niñas acaban hablando no sólo de sus miedos, sino también de sus sueños y metas.
Puntos azules: lugares seguros para los niños
El segundo día llegamos a la frontera donde UNICEF había habilitado espacios seguros para niños conocidos como Puntos Azules. En ellos y en colaboración con otras organizaciones como el Movimiento Scout, se atienden las necesidades más urgentes de los niños y sus familias. Uno de esos puntos azules se encuentra en el cruce fronterizo de Medica, a través del cual se estima que entre el 20 y el 22 % de los ucranianos han abandonado su país.
Nos acercamos a este lugar la mañana del 24 de febrero, un año después del estallido de la guerra. Fue increíble ver cómo nuevas familias cruzaron la puerta del cruce fronterizo por primera vez, evitando las cámaras de televisión y los reporteros que transmitían el aniversario. Generalmente eran grupos de madres y abuelas seguidos de grandes grupos de niños y niñas ya veces adolescentes. Algunos de ellos llegaron después de una caminata de 6 días con mochilas, mochilas y maletas.
Cada vez que una de estas familias cruza la frontera a pie, Blue Jacket se les acerca respetuosamente y les pregunta si necesitan información o ayuda. Algunos de los refugiados dieron paso firme y parecían tener una idea muy clara de su destino (quizás quedarse con un familiar o amigo). Pero muchos otros no sabían muy bien dónde estaban, por lo que lo primero que hicieron en Blue Point fue mostrar su ubicación en el mapa.
En los puntos azules, los refugiados reciben consejos sobre cómo moverse por el país y qué asistencia está disponible caso por caso. También se les brinda primeros auxilios si es necesario, algo de comida, y como es costumbre UNICEF lugares, juegos y entretenimiento para los niños mientras las madres reciben toda la información que necesitan para continuar su viaje. Además, encuentran apoyo psicológico y, en algunas ocasiones, son derivados a los servicios locales de salud cuando es necesario.
UNICEF ha creado más de 40 Puntos Azules en total, no solo en los pasos fronterizos a pie, sino también en las estaciones de tren. Algunos están ubicados en el centro de las ciudades, como Cracovia, para atender a los refugiados que están comenzando su integración en la ciudad.
El gran reto: la salud mental
Ahora que afortunadamente en España, tras la pandemia, se habla más abiertamente que nunca de salud mental, merece la pena reflexionar sobre la importancia de que los refugiados de esta guerra puedan recibir la ayuda profesional que se merecen.
Después de este viaje pude constatar la urgencia y necesidad de dotar a los centros educativos y sociosanitarios de más psicólogos y psiquiatras (especialmente de habla ucraniana). Si está dentro de sus posibilidades, recuerde que la mejor manera de ayudar es cooperar con los profesionales de emergencia que trabajan localmente. Esta guerra aún no ha terminado, e incluso si termina mañana, habrá muchas heridas que sanar. No lo olvides: juntos, recolectamos.