La revista The Lancet acaba de publicar un artículo en el que políticos de distintas ideologías y tendencias consensuan las reformas urgentes que requiere el Sistema Nacional de Salud (SNS) para garantizar su continuidad y recuperar la excelencia que lo ha caracterizado durante años.
Abordaje de un nuevo modelo de financiación y su distribución en un sistema de salud descentralizado, atajar la crisis en recursos humanos, sobre todo en atención primaria, la integración del sector social en el SNS para lograr una asistencia centrada en el paciente y no en la enfermedad y la escucha de distintas opiniones por parte de los líderes políticos conforman parte del consenso alcanzado y plasmado en el artículo. Nada nuevo bajo el sol.
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En el trabajo sugieren el desarrollo de una estrategia integral de 10 años «para una sociedad española saludable» y apuntan un anhelo: «Nuestra esperanza es alejarnos del conflicto y la división recurrentes y, en cambio, promover la creación de un consenso y la colaboración entre académicos, expertos y líderes políticos como camino hacia sistemas de salud equitativos y centrados en las personas».
Y es así, precisamente, como se titula el artículo: Hacia un sistema sanitario equitativo y centrado en las personas para España. Coordinado por la científica Helena Legido-Quigley (única española que participó en el panel de expertos de la OMS de gestión de la pandemia del Covid-19), está firmado por Sara Jaurrieta (Partido Socialista de Cataluña), Muriel Larrea (presidenta del PP de Gipúzkoa y miembro de la Comisión de Sanidad vasca), Javier Padilla (portavoz de Sanidad de Más Madrid) e Itxaso Berrojalbiz (PNV) por la parte política, así como por los científicos españoles Montserrat Gea-Sánchez (Spain and Health-Care Research Group y exdirectora general de profesionales sanitarios de la Generalitat de Cataluña), Manuel Franco (Escuela de Salud Pública Johns Hopkins Bloomberg), Sergio Minue (especialista en Medicina Familiar y Comunitaria), José María Valderas (profesor de la División de Medicina Familiar, en la Facultad de Medicina Yong Loo Lin, Universidad Nacional de Singapur) y Tomás Zapata (director de recursos humanos de la OMS).
Los autores, que desarrollaron sus deliberaciones a lo largo de tres talleres, coincidieron en que para modernizar el SNS tiene que darse un cambio en el que se pase de «un enfoque centrado en la enfermedad a uno que se centre en la salud de la población a través de la promoción y prevención de la salud».
Como prioridades para ese cambio, identificaron «la necesidad urgente de abordar la gobernanza del sistema de salud y la crisis de recursos humanos; idear fondos y estrategias de financiación adecuados, fortalecer la atención primaria, garantizar la integración equitativa de la innovación, adoptar enfoques que abarquen todo el sistema para aliviar la fragmentación en la atención de salud, integrar servicios de salud con servicios sociales, y hacer hincapié en la participación de la comunidad en la planificación y prestación de servicios», detalla el artículo.
Humildad y empatía de los políticos
Sobre el primer punto, la gobernanza del SNS, todos los participantes, según refleja el escrito, estuvieron de acuerdo en que en que «tanto el liderazgo como la confianza en los líderes políticos han sido factores determinantes en la forma en que los países han respondido a la pandemia de Covid». Por ello, continua el artículo, «reflexionamos sobre la necesidad de que los líderes demuestren humildad y empatía, rindan cuentas y sean capaces de escuchar las opiniones de los demás ejerciendo un liderazgo inclusivo y, en última instancia, ser capaces de cambiar el curso de las políticas en caso necesario».
Además, acordaron que un sistema de salud resiliente «debe complementarse con un enfoque multisectorial y de todo el gobierno con una coordinación rápida y asesoramiento científico integrado, y con esfuerzos continuos para involucrar a las comunidades y poblaciones vulnerables (por ejemplo, adultos mayores, personas con multimorbilidades y personas con discapacidad) en su transformación».
Recursos humanos
Como tantas otras veces y como ha sucedido en infinidad de foros, los autores coinciden en que el sistema se enfrenta a «una crisis urgente de recursos humanos que requiere una acción inmediata». Una crisis que es acuciante en especialidades como Medicina de Familia.
Esa falta de personal, según reconocen, se suma a «una creciente demanda de servicios, una fuerza laboral que envejece y a niveles crecientes de agotamiento» que han dado como resultado que «los profesionales de la salud dejen sus funciones, amplificando aún más la escasez existente».
Para retener a esos profesionales y procurar la contratación de otros, los autores señalan que habrá que «mejorar las condiciones de trabajo, la remuneración y procurar el equilibrio entre trabajo y vida privada (reduciendo el número turnos) y la protección de la salud mental y el bienestar reduciendo la carga de trabajo excesiva y proporcionando apoyo psicológico cuando sea necesario».
Además, citan la optimización del rendimiento de los profesionales ante la burocracia a la que tienen que hacer frente sobre todo en atención primaria «reevaluando la combinación de cualificaciones de los profesionales, incluyendo la ampliación del papel del personal de enfermería e introducir la prescripción enfermera o la introducción de auxiliares clínicos, y reorganizar el sistema sanitario ampliando los servicios de atención primaria y la integración de las políticas de salud pública». Todo ello unido a inversiones estratégicas y «una mejor planificación del personal sanitario que serán fundamentales para las reformas y para anticiparse a las necesidades futuras».
Gasto en salud y financiación
En cuanto a la financiación, los autores recuerdan que el gasto en salud pública en España en 2021 fue de 87.941 millones de euros, el 7,3% del PIB, cifra inferior a la media de la UE del 8,1%. Por ello, señalan que se requiere de una «reforma financiera integral para aumentar los recursos y revisar la distribución actual del sistema» de naturaleza descentralizada y cuya gestión cae en manos de las distintas comunidades autónomas con diferentes necesidades y prioridades.
La prestación de servicios y su transformación también ha recibido el consenso de los autores, para los que es fundamental dar respuesta a «las transiciones epidemiológicas y la creciente prevalencia de multimorbilidad mediante la adopción de la atención primaria de salud como eje del sistema de salud. Esta adopción optimizaría el acceso, la integralidad, la coordinación y la continuidad al satisfacer las necesidades de las personas, abordar los determinantes más amplios de la salud y empoderar a los individuos, las familias y las comunidades».
Los autores identificaron tres áreas «que requieren atención inmediata». Primero, «mejorar la atención primaria de alta calidad a través de cambios de organización y nuevos roles profesionales, como el desarrollo de nuevos equipos con fisioterapeutas, nutricionistas y psicólogos, entre otros».
En segundo lugar, priorizar y mejorar la continuidad longitudinal personalizada en la atención primaria, ya que «las investigaciones han demostrado que una mayor duración de las relaciones entre el médico de cabecera y el paciente se asocia estadísticamente de manera significativa con tasas de mortalidad más bajas», recuerdan.
Integración sociosanitaria
La integración del sector social dentro de sistema de salud es otra de las prioridades que señalan los autores para lograr que se «dé prioridad a enfoques centrados en las personas». Esa integración, dicen, «requiere la adopción de un enfoque que abarque todo el sistema para mejorar la coordinación en todos los niveles de atención, abarcando la atención primaria, la atención especializada, los servicios de salud mental y los sistemas de apoyo social. Involucrar a los pacientes y a la comunidad en la prestación y planificación de servicios es crucial».
«Ahora que España ha asumido la Presidencia de la Unión Europea, vemos este esfuerzo de colaboración como una oportunidad para inspirar a otros países europeos. A través de nuestro análisis, pretendemos cultivar la confianza entre nuestras poblaciones y políticos», concluye el trabajo.