España como ejemplo a nivel mundial. La campaña de inmunización contra el virus respiratorio sincitial (VRS) llena cada invierno las UCI pediátricas de pequeños con bronquiolitis. Pero este año las cosas podrían ser diferentes. Más de 800.000 menores de seis meses en nuestro país tienen acceso ya a nirsevimab, desarrollado por Sanofi y AstraZeneca.
Se trata de un anticuerpo monoclonal que actuará de escudo frente al patógeno, liberando a los pequeños del padecimiento de intentar llenar sus pulmones de oxígeno, a los padres de horas de angustia y ausencias laborales y al sistema sanitario de la presión asistencial en hospitales y consultas.
Nuestro país, junto a Francia y EEUU, es uno de los modelos donde la compañía francesa va a validar la efectividad en vida real de los resultados obtenidos en los ensayos. En éstos, se ha demostrado que se reduce hasta un 80% los ingresos.
Raquel Tapia, la directora general del laboratorio galo en nuestro país, cuenta con orgullo que «hemos logrado trabajar con todos los estamentos: Ministerio, consejerías de las comunidades autónomas, sociedades científicas… y hemos puesto en marcha la campaña en todo el país».
El banquero que quiere eliminar las bronquiolitis: «Vamos a ver un descenso de los casos de forma clara»
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Quién, cuándo y por qué: todo sobre la nueva vacuna contra el VRS para menores de un año
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Esto que parece fácil, no lo es. Para cualquiera que no conozca nuestro sistema sanitario debe hacerse cargo de que poner un fármaco a disposición de los pacientes requiere de una negociación no solo con Sanidad, sino con los 17 ‘ministerios’ que pueden llegar a conformar las consejerías autonómicas. «Nos sentimos muy orgullosos», insiste Tapia. Porque la colaboración público-privada en Sanidad, como aludió Pedro Sánchez en su discurso de investidura, es una fórmula que funciona. «Vamos a fomentar una mayor colaboración público-privada en la I+D+I», pronunció Sánchez.
Tapia se sienta por primera con un medio, Papel, tras su nombramiento hace nueve meses. «Hemos sido capaces de traer todas las dosis necesarias [de nirsevimab] para que se puedan inmunizar los menores porque hemos demostrado que tenemos un valor añadido muy fuerte que impacta en la población más allá de lo sanitario».
Desde el GIC, empleamos la IA para acortar hasta un 30% el tiempo de búsqueda de nuevas dianas moleculares
Aquí Tapia lo tiene claro. Ella es una mujer de números. Estudió Económicas en la Universidad de Oviedo y fue durante la formación de su MBA en el que una historia de una farmacéutica le atrajo a este sector. «Luego todos los astros se configuraron para que pudiera entrar en ella». Esta asturiana ha viajado por el mundo y ha pasado por diferentes áreas terapéuticas, alzhéimer, Inmunología y Oncología. De cada una aprendió los sin sabores de la investigación. «Cuesta sacar adelante un fármaco. «De cada 10.000 moléculas, solo funciona una».
La apuesta de Sanofi por España no es casual. «El año pasado fuimos la filial número uno en ensayos clínicos dentro de la compañía. Esto implicó que obtuviéramos una inversión de más de 50 millones de euros en I+D. En los últimos cuatro años hemos invertido aquí cerca de 200 millones». Todas estas cifras económicas se traducen en una huella importante. «Ahora mismo tenemos abiertos más de 70 ensayos clínicos, que se reparten entre unos 325 hospitales y unos 8.000 pacientes».
P. La inmunización de los bebés contra el VRS, ¿sirve para que la filial gane peso global en la compañía?
R. Es muy importante que las estrategias que ponemos en marcha funcionen y que se reflejen en lo que hacemos en el país. No solo se trata de mantener lo que hay, sino de hacer que crezca nuestra importancia dentro del grupo. Traernos más inversiones tanto en investigación como productivas.
P. A Sanofi se le asocia con vacunas, inmunización. El último ejemplo es el anticuerpo para el VRS. Pero son más que eso. ¿Cuáles son sus áreas terapéuticas?
R. Nos centramos en conseguir los denominados first-in-class o best-in-class de una patología. En el VRS lo hemos conseguido; en inmunización, donde somos fuertes tenemos otros ejemplos. Pero también nos centramos en inmunología. En enfermedades que tienen como base la inflamación tipo II, como la dermatitis atópica, EPOC, asma, poliposis nasal… Si desarrollamos un medicamento que sirva para frenar el origen de esa inflamación común tendremos un fármaco para todas ellas. También estamos intentando traer a España un fármaco recién aprobado en EEUU para frenar la diabetes tipo 1 en niños menores de ocho años. Es decir, evitar que pasen de una fase 2 a la 3.
P. ¿Qué produce Sanofi en España?
R. Tenemos una planta en Riells i Viabrea, Girona. El 94% de los productos se exportan. Son medicamentos que se encuentran en la lista de medicamentos esenciales de la OMS. Y también son referencias que pertenecen al listado de la reserva estratégica que España y Europa estipulan que nunca deben faltan.
Ahora mismo tenemos abiertos más de 70 ensayos clínicos, repartidos en unos 325 hospitales, con 8.000 pacientes
Esto es un punto clave. Porque la dependencia de terceros países en Europa nos ha hecho vulnerables a sufrir escasez de fármacos en momentos puntuales. Desde la fábrica gala en suelo español se producen comprimidos y cápsulas. Se centran en la manufactura de tratamientos para patologías del sistema nervioso central, cardiovasculares, tiroideos, antimalaria, terapia biliar e infecciones bacterianas. Ocho de cada diez se quedan en el viejo continente y dos van a países emergentes. En total, el volumen de producción es aproximadamente de 72 millones de unidades al año, que se traduce en la fabricación de 80 fórmulas distintas para más de 20 patologías diferentes.
P. Esto concuerda con una de las directrices que se marca desde la UE: la autonomía frente a otros países para evitar problemas de suministros y desabastecimientos, ¿cierto?
R. Una frase que resume esto es cómo focalizarnos en la resiliencia versus la eficiencia. Hasta antes de la pandemia se buscaba lo segundo, por eso mucha de la inversión, sobre todo en producción, se fue a India y China. Pero ahora nos centramos en lo segundo. Necesitamos encontrar dónde desarrollar los APIs [siglas del inglés de principio activo con lo que fabrica un fármaco].
P. ¿Qué aporta Sanofi en este aspecto?
R. Tenemos el tejido productivo más grande de Europa con 34 centros. Hace dos años se creó una compañía independiente, Euroapi, precisamente para producir esos principios activos. Pero no sólo para Sanofi, sino para todas las compañías. Con esto podemos garantizar que tenemos la producción que necesitamos en las materias esenciales dentro de Europa. Esto nos ayudará a no tener que decidir a qué países se envía primero unos fármacos.
P. Entonces, ¿Europa debe reconstruir su fuerza productiva en materia farmacológica perdida en favor de otros?
R. En innovación sanitaria, según los últimos informes que no solo hacen retrospectiva sino proyectan al futuro, se recoge que hemos pasado del 41% en la década de los 90 al 31% actual. Y se prevé que en 2040 baja al 21%. Y esto es un problema para Europa, pero también España. Porque aquí la industria farmacéutica es un sector exportador clave el tercero a nivel nacional, con 27.000 millones de euros en ventas de medicamentos al exterior [sólo por detrás de automóviles y combustibles]. Somos el segundo sector industrial por inversión en I+D.
De la planta de Riells se exporta el 94% de los productos. Pertenecen a la lista de medicamentos esenciales de la OMS
P. Con estas cifras, ¿por qué parece más importante que se instale en España una fábrica de coches o chips que una de medicamentos?
R. Como economista me parece que el impacto que puede tener la inversión en I+D de las farma va más allá de la mera producción. Hay muchos efectos colaterales. Somos un motor de progreso económico y social. Hay más de 44.000 personas empleadas de forma directa, más de 210.000 indirectos, más de un 52% son mujeres. Hay estudios que cuantifican que de cada millón de euros que se invierte en I+D se generan 15,6 puestos de trabajo. Además, retenemos el talento científico.
P. ¿Cómo se atrae a los investigadores?
R. El 86% de los ensayos clínicos en España lo ha realizado la industria farmacéutica. Si nosotros logramos crecer en tamaño, se abrirán más oportunidades. Hará más falta investigadores que se queden aquí porque habrá más centros que los demanden.
P. Con todo ese currículo, la industria farmacéutica es un polo de atracción con impacto más a allá de lo estrictamente sanitario. ¿Por qué no trasciende?
R. Tenemos ser más proactivos. Hasta ahora estábamos en un entorno científico, puro y duro. No mirábamos más allá. Pero es que tenemos que salir de ahí, porque lo científico y la producción es solo una parte. Como ciudadana quiero que haya más acceso a los tratamientos, que haya una sensibilidad medioambiental con lo que hacemos.
P. Un ejemplo de sus políticas medioambientales…
R. Reducción de los plásticos. Si conseguimos eliminar los plásticos de los seis millones de vacunas que producimos en España, será como haber quitado de circulación 19 millones de bolsas de plásticos. También anunciamos el año pasado, como motivo del 50 aniversario de la planta de Riells i Viabrea, una nueva inversión de 15 millones de euros para instalar una planta fotovoltaica.
Sanofi no solo cuenta en España con producción de fármacos, sino con un hub digital, el Global Innovation Center (GIC). Un centro que da servicio a toda la compañía en tres áreas principales: finanzas, cadena de suministro y digital. Son unas 400 personas de más de 40 nacionales que emplean, entre otros, inteligencia artificial (IA) en la búsqueda de nuevas moléculas. «Esto es clave», subraya Tapia. «Podemos acelerar los procesos de identificación de dianas moleculares que sí pueden pasar a fases de desarrollo. Esto puede ahorrar entre un 20-30% del tiempo que se emplea actualmente».
P. Desde el GIC, ¿ya se usa la IA para todo?
R. La empleamos en cualquier proceso de la compañía que sea susceptible de mejora. Uno de ellos, con un gran impacto en la sociedad, es la cadena de suministro: cómo mejorar la eficiencia de la misma en cada uno de los puntos.