Cortar y pegar genes o parte de ellos, la tecnología de edición empieza a encontrar usos en enfermedades comunes. El último es en cardiología. En concreto, para reparar la lesión isquémica y la reperfusión de la isquemia que provoca, entre otros, el infarto de miocardio.
Artículo publicado hoy en Diario de ciencia Explica cómo usó los editores de base CRISPR-Cas9, una herramienta de edición de genes derivada de CRISPR, para modificar una proteína clave involucrada en tal daño en los corazones de los ratones. Según los autores estadounidenses, la intervención facilitó la recuperación funcional del órgano tras un evento cardíaco. Entre las conclusiones, se indicó un posible uso en un amplio rango de pacientes, ya que no dependía de la presencia de una mutación específica.
La edición de genes CRISPR-Cas9 se ha mostrado prometedora como un enfoque terapéutico para el tratamiento de enfermedades genéticas raras. Sin embargo, la mayoría de las estrategias de edición de genes se enfocan en corregir mutaciones genéticas específicas que ocurren solo en un pequeño subconjunto de pacientes, a menudo antes del inicio de la enfermedad.
Las aplicaciones más amplias del enfoque aún son limitadas. Pero con ese trabajo en mente, Simon Liebeck, Eric Olson y sus colegas del Centro Médico Southwestern de la Universidad de Texas y el Hospital Universitario de Regensburg están desarrollando una terapia de edición de genes CRISPR-Cas9 para tratar una variedad de pacientes cardíacos.
La lesión por isquemia-reperfusión es un tipo de daño tisular que ocurre después de una variedad de lesiones cardiovasculares, incluidos los accidentes cerebrovasculares y los ataques cardíacos. Se sabe que la hiperactividad crónica de la proteína quinasa 2 dependiente de Ca2+/calmodulina (CaMKII) causa diversas enfermedades cardíacas en humanos y ratones, incluida esta lesión. La oxidación de los residuos de metionina promueve la hiperactividad de CaMKII.
El equipo de Lebeck descubrió que el uso de la modificación de adenina CRISPR-Cas9 para eliminar los sitios de activación oxidativa del gen CaMKII en las células del músculo cardíaco las protege de lesiones en el infarto de miocardio en modelos de ratones. Además, Liebeck descubrió que la inyección de reactivos de edición de genes en ratones poco después de la lesión por infrarrojos permitió que los animales recuperaran la función cardíaca después de sufrir daños graves.
Así, Lluís Montoliu, investigador del Centro Nacional de Biotecnología (CNB-CSIC) y del CIBERER-ISCIII, valora, en palabras recogidas por SMC, este avance: “Este nuevo estudio confirma la tendencia observada en los últimos dos años de rápida desarrollo de herramientas CRISPR, con predominio de los editores Estas dos aplicaciones principales (originalmente descritas por David Liu, del BROAD Institute, en 2016) en propuestas terapéuticas, debido a su mayor precisión y seguridad, sin embargo, como demuestra el reciente estudio, aún no están completos y requieren más investigación.
«El último día de 2015», recuerda Montolio, «tres laboratorios anunciaron sus resultados, obtenidos de forma independiente, al utilizar herramientas de edición de genes CRISPR de primera generación para tratar un modelo de ratón con distrofia muscular de Duchenne, eliminando parte del gen de la distrofina, el Of Olson, del Centro Médico Southwestern de la Universidad de Texas en Dallas, fue uno de los primeros laboratorios en demostrar que CRISPR podía administrarse directamente a animales, encapsulado en vectores virales, para tratar enfermedades congénitas».
Continúa: “Después de siete años, el mismo laboratorio nos vuelve a sorprender con un nuevo uso de las herramientas CRISPR más avanzadas actualmente desarrolladas, editores de base, capaces de cambiar químicamente las letras del genoma (por ejemplo, A por G) sin escindir ADN y, por tanto, con mayor Seguridad”.
El investigador del CNB también señala que “el uso de herramientas CRISPR no es inocuo. Tampoco lo es el uso de editores de bases. Además de las bases a modificar, el sistema puede acabar modificando otras bases vecinas en la secuencia diana del genoma”. o en otros genes que presentan secuencias similares, en consonancia con el ARN guía, que sirve para dirigir a los editores principales al gen específico. Concluye: «Deberíamos continuar investigando más editores centrales mejorados que alteren fundamentalmente las secuencias predichas, sin afectar significativamente otras partes del genoma».