Si al común de los mortales le preguntaran cuál cree que es el sistema de salud mejor del mundo es casi seguro que citaría uno de estos dos o incluso los dos: el Sistema Nacional de Salud (SNS) español y el National Health Service (NHS) del Reino Unido. Ambos, de estructura, organización y financiación similares, suelen recibir este reconocimiento, y los dos son mencionados en infinidad de ocasiones como una de las joyas del país por sus ciudadanos. Pero ahora también los dos coinciden en atrave
sar una crisis que afecta a la asistencia de los usuarios
, con unas listas espera infinitas, pero
también a sus profesionales
, que viven una presión asistencial inabarcable y una insatisfacción permanente por la falta de reconocimiento a todos los niveles, también el laboral y salarial. Toda esta combinación está provocando, además de huelgas y protestas, que muchos de ellos prefieran o estén sopesando marcharse a trabajar a otros países y que otros piensen en la jubilación anticipada.
¿Qué es lo que está fallando en los calificados como dos de los mejores sistemas de salud del mundo? ¿Qué los diferencia de los modelos seguidos por otros países? ¿Sigue valiendo su estructura y organización? ¿A qué se deben las protestas que protagonizan los profesionales de ambos sistemas? ¿Por qué muchos de sus sanitarios se plantean huir a otros países a trabajar? ¿Para los médicos españoles Reino Unido sigue siendo uno de los destinos favoritos?
Una financiación insuficiente o equivocada, falta de profesionales y el escaso reconocimiento de los que hay son parte de las razones de la crisis que ambos modelos atraviesan
.
Tanto el SNS como el NHS pertenecen al
modelo asistencial denominado Beveridge
-surgido tras la Segunda Guerra Mundial- y que se basa en una financiación a través de impuestos y en la universalidad de la atención. Otros países, como Alemania o Francia, siguen
el modelo Bismark
, centrado en los seguros sociales y con cuotas obligatorias pagadas por empresarios y trabajadores.
Un diseño complejo
Julio Mayol, catedrático de Cirugía en la Universidad Complutense de Madrid y conocedor de ambos, señala que
la crisis sanitaria se da en todos los modelos, pero especialmente en los primeros
, «y de manera particular los del Reino Unido y España. La del modelo Beveridge es particularmente compleja por su propio diseño. A ello hay que sumar, además, que mientras que en el Reino Unido ha habido un sinfín de reformas (cerca de 19), en España no se ha modificado nada desde el año 1986 con la Ley General de Sanidad y eso unido al proceso de transferencias a las comunidades autónomas».
Para Mayol
el principal problema se debe «al diseño del propio modelo
. Funcionaba relativamente bien, con mucho margen de mejora, justo después de la Segunda Guerra Mundial», pero hoy, en su opinión, tiene grandes problemas. «El primero, es la enorme variabilidad en calidad y resultados
.
Seguimos financiando el modelo por la cantidad de actividad que se hace, no por los resultados
que se obtienen. Esa es la gran transformación».
Pero la lista de las asignaturas pendientes no se queda ahí. Según dice, aún quedan otros seis asuntos que solventar: «El segundo es que
hacer más cosas produce daño
y no somos buenos evitando los efectos adversos». En tercer lugar Mayol apunta «el
desperdicio
. Se utilizan
muchísimos recursos para hacer cosas totalmente inútiles
, pero como lo que se financia es la actividad, todos estamos incentivados a hacer más, no a hacerlo mejor. Eso pertenece a un modelo de la época de la sociedad industrial donde hacer más equivalía a hacerlo mejor, pero en la sociedad del siglo XXI ya no funciona así».
La
inequidad
es para Mayol, también jefe de Sección de Cirugía en el Hospital Clínico San Carlos de Madrid, el cuarto problema: «
Sobreutilizamos recursos para quien menos se beneficia
y los infrautilizamos para quien más se beneficiaría». Además, señala que en el SNS se dedica poco a la
prevención
: «Y es que
los modelos sanitarios no son realmente sistemas de salud; están diseñados para tratar enfermedades
no para prevenir la salud».
Por último cita el
impacto medioambiental
que el propio sistema genera -«supone el
4% de las emisiones de CO2
y esto también repercute en los pacientes»- y añade la despersonalización: «Al industrializar la producción de servicios sanitarios hemos impactado no solo en las personas que necesitan asistencia sino también en los profesionales y esto nos lleva a la situación actual de desquicie de estos profesionales».
Como en España, el NHS está estructurado en un primer nivel asistencial -nuestra atención primaria- y un nivel hospitalario, además de las emergencias. Para acceder al hospital es necesario registrarse antes con un
médico de cabecera de la zona (
general practitioner)
o lo que es lo mismo, un médico de Familia
, que será el encargado de derivar a esa asistencia, salvo en el caso de las emergencias y urgencias a las que se puede acudir en situaciones acuciantes y que, como aquí, se encuentran saturadas en muchos momentos.
Una atención primaria que no da más de sí y unos servicios de urgencias saturados que acentúan el colapso del sistema. Muy similar a la situación española.
Con el Covid, el panorama en ambos sistemas se ha agravado y las listas de espera no han dejado de crecer en los dos países.
Para Rafael Bengoa, codirector de la consultora Si-Health de apoyo estratégico en el sector salud y exconsejero de Sanidad del País Vasco, no solo están atravesando esa crisis asistencial sistemas como el nuestro o el inglés, «el declive es también patente en los sistemas tipo Bismark.
Ninguno llegó con los deberes hechos al momento de la pandemia y todos han tenido que retrasar la atención a todo lo no-Covid
(cáncer, cardiovascular , salud mental …) para poder atender a los pacientes Covid».
A todo ese retraso, Bengoa suma también la presencia epidémica de los tres virus respiratorios de esta época del año: gripe, Covid y virus sincitial. «Cuando remita la presión invernal de estos tres virus no bajará mucho la presión porque la recuperación de los retrasos no-Covid va a requerir muchos años de trabajo». En cualquier caso, cree que
la crisis sanitaria actual «es la más severa en la historia del SNS».
Esperas desbordadas
En España, según los últimos datos del Ministerio de Sanidad correspondientes al mes de junio, había cerca de
750.000 personas en lista de espera para una intervención no urgente
con un tiempo medio de espera de
113 días
(el 17,6% más de seis meses). En cuanto a las primeras consultas, el mismo informe señala que el tiempo medio era de 79 días y en el caso de algunas especialidades como Neurología la espera se prolongó hasta los tres meses.
En el caso del
Reino Unido, las cifras hablan de más de siete millones de personas esperando
para recibir tratamiento. En cuanto a la atención en urgencias, según el análisis del
Royal College of Emergency Medicine
, en noviembre pasado el 45% de las personas que estaban pendientes de recibir atención en estos servicios tuvieron que aguardar
más de cuatro horas
, alcanzando unos máximos históricos. Una situación que, según el mismo organismo, está generando
entre 300 y 500 muertes cada semana por los retrasos en la atención de verdaderas urgencias
.
Sara Calderón es médica de Familia y trabaja dos días a la semana en un centro de salud de Londres.
Esta actividad la compagina con la docencia y la investigación en el Departamento de Atención Primaria de la Universidad Queen Mary. Acabó el MIR en 2017 en el centro de Cartuja (Granada) y ante la
imposibilidad de conciliar investigación y tarea clínica, sumado a la ausencia de un contrato de larga duración en primaria, decidió poner rumbo al Reino Unido
. Desde su experiencia reconoce que «en Reino Unido la situación es cada vez más crítica y afecta al conjunto del sistema sanitario. En atención primaria, donde yo trabajo, -dice- uno de los principales problemas es
la falta de financiación.
La presión asistencial aumenta (en parte, debido a las crecientes desigualdades sociales y al aumento de la esperanza de vida) sin que ello se acompañe de una correspondiente mayor inversión».
Ella misma menciona una información reciente publicada en
British Medical Journal
donde se recoge que Reino Unido debería haber
gastado 40 mil millones de libras más cada año (más de 45 mil millones de euros) entre 2010 y 2019 para equipararse a la media europea (EU14) en gasto sanitario
. «Esta falta de financiación conlleva peores condiciones laborales, consiguientes dificultades para atraer y retener profesionales sanitarios y peor calidad asistencial», apunta Calderón.
En 2021, y con 67 millones de habitantes, Reino Unido destinó 266.794 millones de euros a ese gasto (3.961 euros por habitante). En el caso de España, con 20 millones menos de ciudadanos aproximadamente, ese gasto ascendió a 90.300 millones de euros, destinando a cada paciente 1.907 euros, según las cifras del Ministerio de Sanidad.
Protestas ‘in crescendo’
Las protestas y huelgas que protagonizan en España los médicos en atención primaria también tienen su réplica en el Reino Unido. Allí, además del colectivo de enfermería, los facultativos jóvenes ya están movilizándose y
preparan una huelga de 72 horas en marzo si el gobierno de Rishi Sunak no atiende a sus reivindicaciones
. Estos profesionales que
como en España hicieron un esfuerzo ímprobo durante la pandemia, han visto muy mermados sus salarios
y tan solo se les ha ofrecido una aumento del 2%, muy por debajo de la inflación que atraviesa el país y que supera el 10%. Es por ello que gran parte se plantea dejar las islas y trabajar en otro país. Así lo refleja una encuesta reciente de la
British Medical Association (BMA)
, donde
el 80% de los facultativos jóvenes están pensando en dejar el NHS
y de ellos el 62% optaría por ir a Australia o Nueva Zelanda.
Sin embargo, el
Reino Unido sigue siendo el destino preferido para los médicos de Familia formados en España
. Así lo demuestran los datos de la OCDE, como recuerda Sara, que avanza, además, algunos datos del análisis que ha realizado junto con la
Organización Médica Colegial
: «La mayoría de los profesionales encuestados,
un 30%, trabajaba en Reino Unido, seguido de Francia, Irlanda y Suecia
«.
Ella misma explica que,
a pesar de que la situación asistencial está empeorando en el Reino Unido, «sigue ofreciendo oportunidades atractivas para los médicos de Familia formados en España
«. Entre ellas destaca «el mayor salario, la menor carga asistencial, la estabilidad laboral y la mayor flexibilidad para adecuar los contratos a las preferencias y circunstancias de cada profesional, incluida la conciliación de la asistencia con otras ambiciones profesionales tales como la investigación». Una de las diferencias que esta médica de Familia apunta entre el país anglosajón y España es que «
todas las facultades de Medicina británicas tienen departamentos de atención primaria multidisciplinares
donde se investiga e imparte docencia a estudiantes de medicina de forma transversal y en colaboración con los especialistas hospitalarios».
Para Julio Mayol
el incentivo económico es una respuesta psicológica.
«Durante un tiempo lo ves como una gran ganancia,
pero pasado ese tiempo ese incentivo se disuelve y lo que genera son más tensiones en el sistema
«. Añade, además, que «la gente joven no sólo quiere dinero, que no lo arregla todo. Quieren más tiempo; el mayor valor del siglo XXI».
En opinión de Sara Calderón, posiblemente
la fortaleza que han compartido el NHS y el SNS «haya sido su modelo basado en la atención primaria
«. Apunta, citando algunos estudios, que este nivel asistencial es fuerte cuando «es accesible para el conjunto de la población; ofrece continuidad asistencial por profesionales de referencia; está bien coordinada con el resto de los especialistas; y es capaz de resolver los principales problemas de salud de su población».
Para que se dé, «
tiene que haber suficiente financiación, personal capacitado y motivado, y una adecuada gestión
. Tengo la sensación -dice- de que en ambos países tanto las cuatro dimensiones señaladas como sus condicionantes se han visto debilitados en la última década».
Para seguir leyendo gratis