En marzo de 2020, antes de que entrara en vigor el estado de alarma, el doctor Ricardo Cubedo le envió un whatsapp a su hija, que estaba en Holanda preocupada por la situación, explicando todo lo que entonces se sabía de aquel nuevo coronavirus.
Empezaban a correr ya entonces los bulos y la desinformación, así que el médico quiso hacer un resumen de las certezas que se tenían en ese momento, con claridad y datos. Aquel audio de 20 minutos fue solo el primero de una serie de mensajes sobre cuestiones clave en torno al virus, las vacunas o el sistema inmunitario.
La iniciativa de Cubedo, oncólogo médico e investigador en el Hospital Universitario Puerta de Hierro y en MD Anderson Center, se convirtió después en un podcast. Y se completa ahora con un libro, ‘El órgano transparente’ (Larousse), con el que el doctor quiere abordar «la inteligencia de nuestro sistema inmunitario, uno de los sistemas más fascinantes e inexplorados de nuestro organismo» desde un lenguaje cercano.
La mayoría de nosotros conocemos muy poco «ese sistema complejo y recóndito al que llamamos ‘las defensas'», plantea Cubedo. Parece invisible y funciona «de una forma tan perfecta» que a menudo no reparamos en su existencia. Pero dependemos en gran medida de él. Y no solo para protegernos de las amenazas externas. También es clave para la reparación del organismo, para el aprendizaje o para nuestra interacción con el entorno, entre otras labores.
El sistema inmunitario no sólo es una defensa
«Solemos pensar en la inmunidad siempre en términos de batalla, de ataque. Pero por ejemplo hay una parte fundamental de la inmunidad que es lo que podríamos llamar la diplomacia y que tiene que ver con la tolerancia. Hay un periodo crítico en la infancia, entre el nacimiento y los tres años, que en nuestro organismo se crean como dos listas. Una lista negra y una lista de invitados. Es el sistema inmunitario quien asigna las sustancias a una y otra lista. Y parece que es fundamental que para que estas dos listas se confeccionen de forma correcta es necesario que el niño esté expuesto a lo que le rodea».
«Todos los niños, en todas las culturas, se meten cosas en la boca a esa edad. Lo que están haciendo es mostrarle a su sistema inmunitario qué es lo que le rodea. En ese sentido, aislar a los niños en exceso, que todos los jabones sean antimicrobianos, una protección excesiva para que no tengan contacto con su entorno, impide crear una tolerancia sana«, señala Cubedo.
A menudo muchas personas preguntan cómo fortalecer sus defensas o cómo mejorar su sistema inmunitario, pero «si tenemos un problema no es de defensas bajas, sino de defensas mal dirigidas o amotinadas, como ocurre en el caso de las enfermedades autoinmunitarias por la hipótesis que hemos mencionado de un excesivo aislamiento con respecto a patógenos», señala el médico.
«No necesitamos fortalecer las defensas. No necesitamos ningún plan de choque para ayudarlas a hacer lo que ya consiguen solitas desde el principio de los tiempos», añade Cubedo.
La ‘ayuda’ más efectiva para el sistema inmunitario son las vacunas, a cuyo descubrimiento y desarrollo Cubedo dedica una parte importante del libro. «Según la OMS y UNICEF, unos dos o tres millones de niños esquivan una muerte prematura gracias a las campañas de vacunación», comenta el oncólogo quien recuerda que si Jenner y Balmis, dos figuras claves para el desarrollo y difusión de las vacunas, levantaran la cabeza y conocieran la existencia de movimientos antivacunas «no darían crédito».
«Creo que son muy poquita gente que hace muchísimo ruido. Marean mucho y generan un poso de desconfianza en la gente, pero creo que difícilmente cambian la actitud de nadie. No conozco a nadie a quien le hayan convencido los antivacunas».
El futuro de la inmunoterapia
Además de las vacunas, en los últimos años la ciencia ha dado otro paso importante a la hora de espolear al sistema inmunitario, subraya Cubedo. Se trata de la inmunoterapia, que actúa «desbloqueando y estimulando a las defensas naturales del cuerpo para que ellas mismas luchen contra enfermedades como el cáncer».
«No hay ningún otro tratamiento que se haya impuesto tan rápidamente. De hecho, ya es un tratamiento cotidiano en cualquier servicio de oncología. Ahora mismo es la cuarta pata del tratamiento del cáncer junto con la quimioterapia, la cirugía y la radioterapia. Y eso que aún estamos en el parvulario de la inmunoterapia. Con toda seguridad, el futuro del tratamiento del cáncer va a pasar por la inmunoterapia», subraya.
«Todavía no conocemos bien por qué en algunos casos funciona y por qué en otros no, cómo se adquiere resistencia a estos tratamientos o qué ocurre con la toxicidad, pero se está avanzando mucho en la investigación», señala el científico, quien es especialmente optimista con las perspectivas de futuro que, en ese sentido, plantea la tecnología de ARN mensajero.
«Es una tecnología barata y sencilla que podría permitir seleccionar a medida el antígeno para tratar cada tumor. Y lo ocurrido con las vacunas contra el Covid ha supuesto un gran avance para esta línea de investigación, porque aporta una prueba de concepto fundamental de que funciona en el mundo real. Creo que está línea de investigación es muy interesante y que lo que está por venir ni siquiera nos lo imaginamos».