Un estudio revela que existen múltiples rutas que conducen a la obesidad, una enfermedad que es ya una pandemia y en cuyo conocimiento se ha avanzado mucho, pero sobre la que existen también múltiples incógnitas. Profundizar en el diálogo entre genes y medio ambiente e identificar subtipos de obesidad son algunas de las líneas en las que conviene ahondar para encontrar nuevas respuestas.
Son algunas de las conclusiones de un artículo de revisión que se publica en la revista Science, donde se da cuenta de lo mucho que los investigadores han aprendido en los últimos 50 años sobre las posibles causas de la obesidad, pero que también pone énfasis en las preguntas para las que aún no se ha encontrado respuesta y trata de determinar cómo orientar el foco para darles solución.
En el artículo se señala que probablemente no se llegará a estas respuestas hasta que exista un enfoque de «genes y medio ambiente», en lugar de una perspectiva de «genes versus medio ambiente», según señalan los investigadores firmantes del artículo, encabezados por John R. Speakman (Laboratorio de Salud Metabólica del Instituto de Tecnología Avanzada de Shenzhen de la Academia China de Ciencias, Universidad de Aberdeen, Instituto de Genética y Biología del Desarrollo de la Academia China de Ciencias, Universidad Médica de China).
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Así, los autores de este trabajo realizan un repaso sobre los principales hallazgos con respecto a las variantes genéticas asociadas con el índice de masa corporal y las vías metabólicas que actúan sobre el cerebro y el tracto gastrointestinal y que impactan sobre la sensación de hambre y la deposición de grasa en los diversos tejidos.
También señalan que se han realizado cada vez más investigaciones sobre los cambios en el entorno alimentario y los factores sociales que contribuyen a la obesidad, aunque reconocen que los mecanismos específicos implicados siguen siendo desconocidos. «Dado que las numerosas causas ambientales y genéticas de la obesidad son diversas, existen muchas rutas para llegar a la enfermedad», destacan Speakman y el resto de autores.
Cómo definir los subtipos y las causas
Un mensaje destacado del artículo es que resulta muy posible que existan subtipos de obesidad e identificar esos subtipos puede ser clave para determinar una mejor prevención y adoptar tratamientos específicos. Sin embargo, cómo definir esos subtipos es aún un objetivo pendiente de resolver.
Cristóbal Morales, especialista del servicio de Endocrinología y nutrición del Hospital Vithas y del Hospital Virgen Macarena, en Sevilla, destaca el interés del estudio y la profundidad con la que aborda el panorama de conocimiento sobre la obesidad, «mostrando la complejidad de una enfermedad con múltiples causas etiopatogénicas y a muy distintos niveles, algunas de las cuales aún desconocemos«.
Además pone énfasis en la diferente respuesta de cada organismo y en que «como venimos diciendo existen muchas obesidades, no una sola, y el objetivo es realizar también en este campo una medicina de precisión con un diagnóstico y un tratamiento cada vez más personalizados«, señala Morales.
Combatir el estigma
El artículo «nos invita a tomar conciencia de que estamos ante una pandemia global y a seguir investigando, a la vez que aporta herramientas para combatir el estigma que envuelve la obesidad a través del repaso del amplio abanico de causas que pueden condicionar su aparición y que tienen que ver tanto con factores biológicos, genéticos, psicológicos y sociales, entre otros», indica este experto.
En una línea similar se pronuncia Mar Malagón, catedrática de Biología Celular en la Universidad de Córdoba y subdirectora científica del Instituto Maimónides de Investigación Biomédica (IMIBIC) de la misma ciudad, quien señala que el artículo nos orienta sobre dónde tenemos que mirar para comprender mejor esta compleja enfermedad.
Cómo está distribuida la grasa corporal
Por ejemplo, «desconocemos aún detalles sobre cómo actúan los diferentes mecanismos que intervienen en el control del peso y también sabemos que, aunque éste es un factor importante porque da idea de cuánto tejido adiposo existe, desde luego no es el único porque es igualmente importante saber cómo está distribuida la grasa corporal«.
El artículo hace referencia al conocimiento ya disponible sobre la acción de hormonas como la leptina y su relación con el envío de señales de saciedad al cerebro, «pero sabemos que también sobre este aspecto intervienen otros factores que aún se nos escapan», explica Mar Malagón.
Regulación de la termogénesis y el tejido adiposo marrón y la relación con el cerebro
La termogénesis y acción del tejido adiposo marrón es uno de los capítulos que está dando lugar a más conocimiento en los últimos años «pero aún ignoramos muchos aspectos sobre cómo se regula, especialmente en humanos, así como sobre por qué deja de funcionar o se desregula el tejido adiposo cuando se llena de grasa«, precisa esta experta.
El artículo también da cuenta de la amplia investigación centrada actualmente en el cerebro y su vinculación con la obesidad, con evidencias sobre la relación entre determinadas señales y la ingesta de alimentos, pero también con incógnitas sobre cómo el cerebro procesa toda la información que recibe y da órdenes al organismo, así como sobre la regulación de los mecanismos de recompensa que pueden impulsar a hacernos comer.
Los investigadores hacen referencia igualmente a la importancia de tener en cuenta no solo la cantidad de comida ingerida sino el tipo de nutrientes y la relación entre el mayor consumo de alimentos ultraprocesados y obesidad.