«Cuando el túnel se fue resquebrajando o, mejor dicho, cuando fui resquebrajando el túnel pude ver la parte que antes me estaba vedado contemplar. Porque siempre hay salidas, aunque cuando una no ve ni una sola es como si no hubiera ninguna. Eso es lo que viven, al menos, muchas personas que piensan en el suicidio como en la solución a una existencia irresoluble». Tras estas palabras cargadas de dolor, sensibilidad y esperanza no hay un nombre conocido. No las firma un autor o autora célebre pero para nosotros en EL MUNDO son declaraciones de incalculable importancia.
Quien las escribe es una lectora del diario que junto a otras personas ha creado de forma espontánea un espacio de encuentro y debate en los foros de comentarios de los reportajes de la serie de prevención del suicidio que este diario lanzó hace justo un año. Hoy queremos reconocer en este artículo la enorme contribución de nuestros lectores al objetivo de ‘Once Vidas’ de romper el silencio sobre este gravísimo problema de salud pública, que causa cada año más muertes en España (4.097 en 2022, según datos provisionales del INE), y mostrar nuestro profundo agradecimiento a todos aquello que han compartido duras experiencias y han tendido su mano a quienes mostraban su sufrimiento públicamente.
La realidad del suicidio es «el elefante en la sala del que nadie habla», advierte un lector agradeciendo que comience a abordarse en la serie Once Vidas. «La salud mental de la sociedad y el bienestar. La polarización, fustracion, depresión … Mucho hay que invertir para estudiar qué nos está pasando como sociedad. ¿Habrá algún gobierno que sin politizar el tema sea capaz de tomar acciones para estudiarlo, entenderlo y paliarlo?», se pregunta. Otro, en esa misma línea, subraya la importancia de «poner en negro sobre blanco un gran problema social». «11 personas al día!….son muchas como para no analizar que es lo que está pasando», advierte
Mucho hay que invertir para estudiar qué nos está pasando como sociedad
«El suicidio es un fenómeno de origen multifactorial en el que influyen condicionantes de tipo bio-psicosocial. No todas las personas que se suicidan padecen algún tipo de psicopatología», defiende un lector contra el mito tan dañino de que detrás de una muerte en estas circunstancias siempre existe un diagnóstico de trastorno mental.
Muchos ciudadanos vuelcan en los comentarios de las noticias sobre prevención su consternación e incomprensión ante lo que consideran una atención psicológica pública deficiente: «Una vez que decides pedir ayuda, te vas a la Seguridad Social y te dan cita para seis meses y una sesión al mes como mucho. ¿Cuántos pueden permitirse pagar 60€ cada semana para ir al psiquiatra o psicólogo? Hace un año, Sánchez aumentó el presupuesto en 100 millones de euros para salud mental pero ¿alguien ha notado algo? Todo sigue igual»; «Quien necesita psicoterapia o se la paga o si tiene suerte, va a la seguridad social una vez cada mes durante 15 minutos»; «Pero si no hay Salud Mental, en Valencia dan cita para psiquiatra a los dos y tres meses, y psicoterapia 10 minutos cada mes»; «Las cifras hablan por sí solas. En 2022: 49 mujeres asesinadas por violencia de género, 1145 fallecidos en accidente de tráfico y 4000 muertos por suicidio. Y sin embargo, los recursos destinados a salud mental, a prevención o ayuda a posibles víctimas del suicidio son ridículos en comparación»:
Y hay comentarios fundamentados en datos, como los que recuerda otra lectora para subrayar el papel «crucial» del médico de Atención Primaria: «El 77% de las personas fallecidas por suicidio había contactado con un profesional de este ámbito el año previo, el 55% a los 30 días previos y el 18% se había comunicado con los servicios de salud el mismo día del fallecimiento. El Colegio General de la Psicología advierte de que el plazo medio para ser atendido por un psicólogo clínico en España es de unos cuatro meses en España y que para cubrir las necesidades de la población española deberían incorporarse 7.090 profesionales . En lo referente a Psiquiatría, hay 9,6 profesionales por cada 100.000 habitantes frente a los 18 de la media UE. La lista de espera es de dos meses de media».
«Había más salidas, pero no las veía»
El debate sobre la situación actual ha dejado paso en ocasiones a la escucha y la comprensión ante situaciones vitales muy complicadas por las que se han llegado a expresar pensamientos de muerte. «No estoy bien. Y a la gente le importa un carajo si desaparezco mañana. No se que haré pero no sé si podré soportar más esta nada, este desinterés por todo. Esta soledad», compartía un lector reconociendo que «pensar en la muerte suponía un alivio» para él. Su desesperanza no pasó desapercibida y varios lectores le tendieron su mano para ayudarle ofreciéndole «charlar por otra vía» para acompañarle en su dolor. Quien lo hizo era esa persona, una mujer, que logró «resquebrajar el túnel» y descubrir otras «maneras de ampliar esa mirada para ver las salidas que en determinados momentos no se ven y, por tanto, creemos que no existen». «Poder percibir lo que entonces no percibimos nos cambia por dentro alejándonos de un extremo que es dañino. Qué importante es la mirada y qué poco la cuidamos, máxime sabiendo que en su mano se encuentra lo que puede cegarnos o ampliar ese entonces limitadísimo o a nuestros ojos inexistente horizonte…», describe. A su juicio, la clave de un mayor bienestar puede ser » ir aprendiendo a sufrir cuando vienen mal dadas y a ser feliz cuando todo nos invita a ello; aprender a disponer de los recursos necesarios tanto para lo primero como para lo segundo».
Querer morir es por salir del dolor tan grande en el alma, pero la vida es una rueda. Espera, hay muchas salidas
«Desde el 25 de octubre hasta el 21 de diciembre de 2005 mi cerebro no podía razonar. NO PODÍA RAZONAR. Era como si no funcionaba, salvo para ver la única salida que le estaba permitido vislumbrar. Evidentemente, había más salidas, pero no las veía y, por tanto, era como si no las hubiera…», relata en primera persona para ofrecer su testimonio a modo de esperanza. También lo hace otra lectora que perdió a un familiar por suicidio y logró encontrar la ayuda necesaria para salir adelante en un duelo tan complicado como el de los supervivientes: «Mi padre se suicidó hace 11 años, fue un golpe inesperado y terrible, llegas a un punto en el que no le puedes estar llorando a tu familia y tus amigos así que buscando en internet encontré un grupo de personas en mi misma situación. Su ayuda fue para mí un salvavidas y, de verdad, a las personas que están en esta situación busquen ayuda, no se queden solos con su dolor, su culpa y sus dudas»; «Querer morir es por salir del dolor tan grande en el alma, te hace ver una única salida que es desaparecer pero la vida es una rueda. Espera, hay muchas salidas».
La empatía hacia la persona que sufre impregna los comentarios de nuestros lectores: «El problema reside en que el suicida sufre por causas que a otros nos parecen sólo problemas, obstáculos, reveses de la vida»; ese sufrimiento devastador «puede entrar en cualquier momento por la ventana del que menos se lo espera» y verte abocado a él por «una serie de circunstancias que te sumen en un pozo del que no todo el mundo sabría salir por sí mismo»; «en muchas ocasiones si el entorno fuera más favorable, no se suicidaría», «como sociedad no estamos funcionando bien»; «¡Antes de suicidarte cuenta hasta 100! o ¡Mil! (o lo que sea necesario). No lo hagas. Piensa muy a fondo que el suicidio es una «solución» DEFINITIVA, para un problema que probablemente es sólo PROVISIONAL»; «el que se suicida normalmente no quiere quitarse la vida, sino dejar de sufrir diariamente»; «La mayoría de la gente no sabe qué es la ideación suicida porque no la han vivido. Hay que entender de una vez y cómo funciona la cabeza cuando ya estás en esa situación, roto, desbordado emocionalmente, con ideación suicida…». Ese camino para combatir el dolor pasa por «escucha, acompañamiento, sin juicio ni intervención física, pero sin pasividad o indiferencia» confirma otro lector, » médico, psiquiatra y ciudadano preocupado por el tema». «Es lo correcto, útil y necesario», asegura agradeciendo el enfoque del diario.
El que se suicida no quiere quitarse la vida, sino dejar de sufrir diariamente
La muerte entre los más jóvenes despierta una gran preocupación entre los lectores y los posibles factores de riesgo como puede ser el acoso escolar o el impacto de las redes sociales en su salud mental: «Uno se pregunta, ¿qué puede empujar al suicidio cuando son chavales que ni siquiera han empezado a vivir?»; «Se necesita crear en los jóvenes ilusiones»; «¿Es posible poner casi del revés la sociedad que hemos construido y seguimos construyendo?; «Es un tema muy controvertido y duro. ¿De verdad nadie está pensando en restringir RRSS? ¿Cómo un niño de 10 años puede tener móvil? Hace años cuando un niño sufría bullying o acoso en el colegio, se iba a casa por las tardes y respiraba. Llegaban los fines de semana y se sentía más feliz, pero hoy en día el acoso te lo llevas a casa a través de RRSS, es un no parar 24/7»; «Estamos en una época en la que podemos comprar un motón de cosas que nuestros padres no pudieron ni imaginar, pero todo eso sólo sirve para tapar la sociedad en la que vivimos. Todo va muy rápido y no todo el mundo puede seguir el ritmo. Las RRSS venden un modo de vida en el que hay que ser el más alto, el más guapo... y si no, pareces un fracasado. La gente joven lo tiene todo, pero, en el fondo, no tienen nada. Y cuando llegan a adulto ven la precariedad del trabajo y la dificultad de acceder a una vivienda para desarrollar su vida. Psicológicamente, son unos tiempos difíciles ya que las posibilidades de mejora son complicadas»; «Los jóvenes están manipulados por Instagram y demás y los padres sufrimos atrozmente cuando caen en sus zarpas. A veces pensamos q no hay saluda y siiiiii hay que estar y bien por eso hay que ir al psiquiatra y psicóloga y mucho para poder ayudarles y estar presentes».
Los lectores proponen ir más allá de estos espacios actuales en los que pueden intercambiar impresiones en los medios e impulsar otros donde colaborar con ‘consultas on-line’: «Mucha gente tiene experiencias y conocimientos y tiempo y ganas que podrían a ayudar a otros (a los que buscan ayuda)».
«El suicidio es una realidad y, también, camina sobre un alambre por muchas razones», relata una de nuestras lectoras y asegura que abordar desde los medios el suicidio como lo hacemos en Once Vidas «posibilita que el suicidio baje de ese delgado hilo, lo abre con delicadeza a los ojos de quienes lo conocen desde otra perspectiva y a quienes no, y con delicadeza y de forma sana como sinónimo de fructífera nos lo acerca de otra manera, vestido con ropa distinta a la habitual, para que también nuestra percepción sea distinta y dé resultado». Nuestros lectores, esas voces cargadas de esperanza.
Este artículo forma parte del proyecto ‘Once vidas’ impulsado por EL MUNDO para la prevención del suicidio y del que forman parte Rafael Álvarez, Yaiza Perera, Rebeca Yanke y Santiago Saiz.