El cambio climático es uno de los aspectos más importantes para entender los problemas a los que se enfrenta la salud pública. El 44% de los agentes infecciosos que participan en las enfermedades emergentes son fruto del aumento de las temperaturas. Así lo ha anunciado Santiago Vega, profesor de la facultad de veterinaria del CEU Cardenal Herrera Oria, en su intervención online en el II Seminario de la compañía biofarmacéutica MSD y la Plataforma One Health en España, bajo el lema: «Un mundo, una salud».
«Ya hay regiones en el planeta donde la población ha pasado de estar cuatro o cinco meses expuesta a vectores transmisores de enfermedades como el zika, el dengue o la fiebre del Nilo, a estar los 12 meses del año», apunta el veterinario. Además, el aumento de las temperaturas está produciendo que los ciclos biológicos se acorten. «Vamos a tener una densidad mayor de vectores, y estos van a llegar a lugares donde antes no estaban», apostilla.
Uno de los recursos a los que más ha afectado la crisis climática es el agua. En este momento hay 600 millones de personas en el mundo que viven desplazados de sus nichos climatológicos de confort. «¿Por qué? Porque donde vivían ya no pueden seguir viviendo y por lo tanto tienen que emigrar con todas sus circunstancias, lo que conlleva a problemas de salud», expone Santiago Vega.
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A colación, Pablo Barrenechea, director de Acción Climática de ECODES y consultor ambiental, ha comentado que buscan acelerar la acción frente al cambio climático en el sistema sanitario, ayudando a disminuir su huella de carbono y reducir su impacto sobre el clima, visibilizando la relación entre el cambio climático y la salud de las personas.
«Vamos bastante mal, no estamos llegando a los objetivos«, comenta respecto al Acuerdo de París firmado por 198 países en 2015. En él se determinó que al final de siglo el aumento de la temperatura del planeta no superase los dos grados centígrados. «Vale ya de hablar y prometer, tenemos que actuar, ya nos comprometimos en el año 2015, en el marco del acuerdo en París, estamos en el momento de la implementación.», ha sentenciado. En uno de los sentidos en los que ha insistido el consultor ambiental es en copiar a los pioneros que ya están haciendo cosas, como Reino Unido. «Estamos lejos, pero la senda está marcada».
Vale ya de hablar y prometer, tenemos que actuar, ya nos comprometimos en el año 2015, en el marco del acuerdo en París, estamos en el momento de la implementación
También se ha expuesto el objetivo de reducir los gases de efecto invernadero a través de cambios en algunos medicamentos como los inhaladores. En España se venden anualmente 15 millones de unidades, lo que se traduce en la emisión de aproximadamente 400.000 toneladas equivalentes de CO2 anuales, según la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS). «Necesitamos un enfoque colaborativo, la ciencia ya tiene sustituto. Los equipos de investigación y la industria farmacéutica. Falta que los profesionales comiencen a cambiarlo». A lo que añade: «para actuar contra la crisis climática necesitamos colaboración de todos».
En cuanto a esta colaboración, en el seminario de One Health, también se ha promovido lo imprescindible que es que la sociedad participe. «Esto no es un tema únicamente de los médicos ni de los políticos, la salud es un bien público y como bien público nos corresponde a todos preservarlo«, apunta Santiago Vega.
«Sustituiría la palabra de colaboración, por implicación», resalta Raquel Sánchez Sanz, miembro del comité asesor del Foro Español de Pacientes. Quien ha expresado la necesidad de llevar este problema a la ciudadanía de una forma sencilla, y comprensible para todos, desde un punto de vista constructivo.
Esto no es un tema únicamente de los médicos ni de los políticos, la salud es un bien público y como bien público nos corresponde a todos preservarlo
«Las emisiones directas generadas por un número determinado de empresas industriales suponen el 55% de las emisiones globales de nuestro país y el resto compete a todos los españoles«, explica Barrenechea para EL MUNDO. También señala que uno de los desafíos es acercar al ciudadano el problema, que lo comprenda y que entienda la importancia de sus acciones, incluso de los pequeños gestos.
INTERCONEXIÓN HUMANA, ANIMAL Y MEDIO AMBIENTE
One Health («Una única salud»), es un concepto sanitario que propone un abordaje conjunto y global entre tres ámbitos interrelacionados: la salud humana, la salud animal y el medio ambiente.
Con el aumento a nivel global de la población humana, cada vez más personas viven en estrecho contacto con animales silvestres y domésticos, lo que favorece la transmisión de enfermedades entre animales y personas (zoonosis). De acuerdo con la Organización Mundial de la Sanidad Animal (OIE), el 60% de los agentes patógenos que causan enfermedades humanas tienen su origen en los animales domésticos o silvestres. Asimismo, el 75% de las enfermedades humanas infecciosas emergentes y resistentes a los antibióticos conocidos tiene este origen.
«Los pacientes son aún grandes desconocedores del concepto One Health. Necesitamos mucha formación e información», adjuntaba Raquel Sánchez.
RESISTENCIA A LOS ANTIBIÓTICOS
La resistencia de los seres humanos a los antibióticos también se ha abordado entre los ponentes. La resistencia a los antimicrobianos (RAM) está considerada una de las mayores amenazas para la salud a las que se enfrenta la humanidad en el siglo XXI. En 2019 fallecieron en el mundo 1,27 millones de personas por infecciones de este tipo, y si no se toman medidas urgentes, las previsiones para el año 2050 pronostican un coste de 10 millones en vidas humanas. En Europa más de 30.000 fallecimientos con un coste de 1,5 billones de euros.
Jaime Pérez, presidente de la Asociación Española de Vacunología, resalta que el motivo principal por el que se produce la resistencia a los antibióticos se debe a la automedicación del paciente. «El antibiótico cura, y es un lujo para cuando hace falta, pero no en cualquier momento, porque deja de valer».
«No utilizamos bien los antibióticos. Es una pandemia silenciosa, y es necesario que luchemos contra ella y pase de silenciosa a ruidosa», comenta Bruno González-Zorn, catedrático de la Universidad Complutense de Madrid y director de la Unidad de Resistencias Antimicrobianas. Quien además hace hincapié en que «un antibiótico no es una aspirina. No se automediquen, seguir siempre las indicaciones de los profesionales. Solo trabajando juntos podemos conseguir solucionar este problema».
El antibiótico cura, y es un lujo para cuando hace falta, pero no en cualquier momento, porque deja de valer
«La lucha contra la resistencia a los antibióticos sigue siendo una asignatura suspensa y queremos matrícula de honor», indica Rafael Cantón, coordinador clínico del European Committee of Antimicrobial Susceptibility Testing (EUCAST). «Necesitamos seguir trabajando con la perspectiva One Health», concluye.