Según los epidemiólogos aún quedan unas semanas para alcanzar el pico de contagios así que, si eres uno de los afortunados que ha pasado las navidades sin tos ni mocos… ¡no te confíes y extrema la precaución!
Todos sabemos (pero por si acaso nunca sobra recordarlo) que las infecciones víricas como la gripe o el Covid no se tratan con antibióticos. Los antibióticos no tienen capacidad de hacer daño a los virus y en su lugar se generan resistencias. Sin embargo, los síntomas de estas infecciones sí que pueden aliviarse con algunos fármacos de andar por casa y conviene recordar cuándo usar cada uno. También mencionaremos algunos «cacharritos» que podemos usar como armas para prevenir y combatir las infecciones respiratorias.
- Paracetamol. El paracetamol de dispensación sin receta es de 500 o de 650 mg (el de 1000 g precisa prescripción). La buena noticia es que para los síntomas comunes (dolor de cabeza, malestar general…) con el paracetamol de 650 mg será suficiente. ¿Cuándo utilizo paracetamol y cuándo ibuprofeno? Si tenemos dolor muscular o articular (es decir, como si nos hubiera pasado un camión por encima), o sentimos las amígdalas como dos pelotas de ping pong, puede ser más interesante tomar ibuprofeno. Además de los efectos analgésicos (contra el dolor) y antitérmicos (contra la fiebre) del paracetamol, el ibuprofeno presenta también efecto antiinflamatorio.
- Ibuprofeno. En este caso el ibuprofeno de 400 mg, sin receta, también es suficiente para tratar los síntomas sin necesidad de recurrir al de 600 mg que, además de necesitar prescripción, hará «más daño al estómago». Recordemos que el ibuprofeno y sus hermanos los AINES (dexketoprofeno, naproxeno…) son gastrolesivos y deben tomarse siempre con algo de comida en el buche. ¡Importante! ¡No con omeprazol por nuestra cuenta y riesgo! Pese a la creencia popular, el omeprazol no es un «protector de estómago». Si realmente es necesario que una persona tome omeprazol junto a los antiinflamatorios (por presentar una úlcera, por ejemplo), será el médico quien lo determine.
- Antigripales. Si presentamos «un completo» y nuestros síntomas incluyen mocos, toses y varios, tenemos a nuestra disposición una amplia batería de fármacos antigripales de dispensación sin receta que combinan distintos principios activos en función de los síntomas. Los antihistamínicos pueden ser útiles para el goteo nasal y lagrimeo pero si realmente tenemos que «cortar el grifo», los descongestivos como la pseudoefedrina son más rápidos y eficaces. ¡Importante! Recientemente se ha evaluado el riesgo del uso de pseudoefedrina y la AEMPS nos indica que los pacientes con hipertensión no controlada o grave o con enfermedad renal grave (aguda o crónica) o fallo renal no deben tomar este principio activo.
- Suero nasal. Los lavados nasales con suero salino siguen siendo una de las mejores estrategias para aliviar la congestión. Además del clásico «jeringazo», que tiene sus riesgos, recordemos que hoy disponemos de espráis con distintos tipos de presión, más seguros especialmente para los bebés.
- Espráis para la garganta. Si la inflamación y el dolor no nos dejan vivir, existen espráis con activos antiinflamatorios e incluso con corticoides como dexametasona que están disponibles sin prescripción médica. Es importante consultar siempre con el farmacéutico.
- «Caramelos» para la garganta. Existen comprimidos para chupar que incluyen principios activos con acción calmante, antiséptica, analgésica o incluso anestésica. No son «caramelos» y una vez más el farmacéutico podrá asesorarte en cuál es el más apropiado.
- Termómetro. Los de frente son muy cómodos (y más para hacer mediciones en espacios públicos) pero, sin ánimo de ofender, algunos fallan más que una escopeta de feria. Los más recomendables son los termómetros tradicionales, de pila, que indican el resultado en unos segundos, y a ser posible con la punta flexible. Recordemos que la forma más recomendable de ponerlo es con la punta apuntando hacia el techo (hacia la parte superior de la axila) y girando después 45 grados hasta dejarlo en paralelo al suelo. Así queda bien pinzado.
- Pulsioxímetro. Especialmente si en casa conviven personas de riesgo, es interesante tener uno de estos aparatos para poder controlar si el oxígeno corre por nuestras venas adecuadamente.
- Test. Insisto una vez más en la importancia de adelantarnos y tener siempre test en casa para poner nombre y apellidos «al bicho» desde el primer momento en que empiezan los síntomas. Los test cuestan 2.90 € y hay disponibles incluso en versión de cuádruple diagnóstico: el mismo dispositivo es capaz de identificar gripe A, gripe B, coronavirus y virus respiratorio sincitial.
- Mascarillas. En picos de alta incidencia conviene seguir usándolas, por ejemplo en centros sanitarios o en transporte público. Y, por supuesto, siempre que tengamos síntomas para proteger al resto. Como curiosidad, usar mascarillas en lugar de bufanda puede ser más efectivo para proteger las mucosas ya que respirar aire frío y seco afecta al funcionamiento del sistema inmunitario.
¡BONUS! Aunque lamentablemente olvidados, los medidores de CO2 siguen siendo una herramienta muy útil para alertarnos de si el aire está «cargado» y recordarnos que es hora de ventilar. Nunca es tarde para hacerse con uno.