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La expresión crisis recurrente es un oxímoron, pero el sistema sanitario parece asumirlo como inevitable. Si la crisis se repite cada año (y casi a fecha fija, como pasa con la gripe), en teoría es prevenible y, por tanto, no sería tal crisis.
En teoría, claro. La incidencia media de infección respiratoria aguda que España ha acumulado en las últimas semanas demuestra que este principio no cursa para el Sistema Nacional de Salud (SNS), que ha afrontado la campaña de gripe de este año con la guardia muy baja. ¿Puede hacerlo mejor? ¿Tiene las herramientas necesarias para ello? ¿Las aplica como y cuando debe?
La incidencia de gripe se acerca a su pico: descienden los casos pero aumentan las hospitalizaciones
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Urgencias y gripe: un ‘virus’ cíclico que se le atraganta al sistema sanitario
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En descargo del SNS se puede aducir que los especialistas que más saben de infecciones, prevención y salud pública admiten que la campaña de este invierno reúne factores que explican, en parte, esa alta incidencia. Lo dice Luis Buzón Martín, portavoz de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica: «No estamos sino ante una epidemia de gripe estacional de invierno de toda la vida, si bien es cierto que este año los días de frío intenso se han adelantado y han coincidido con las fiestas navideñas, que es cuando más nos juntamos; si a eso le añadimos que la campaña de vacunación no ha conseguido, ni de lejos, los objetivos previstos y que se han relajado las medidas higiénicas, el problema está servido».
Resultado: la esponja no drena. «El año pasado, por ejemplo, la epidemia de gripe cursó de forma menos abrupta, distribuyéndose entre enero y principios de febrero, más gradualmente, de forma que el sistema tuvo capacidad de asimilación. Este año, el chaparrón ha sido tan intenso y concentrado en el tiempo que la esponja se empapa, se satura y el sistema no es capaz de asimilar un número tan importante de casos en tan pocos días». Traducida a incidencia asistencial, la imagen de Buzón Martín se lee así: «Por todo ello, estamos viviendo una epidemia de gripe estacional este invierno especialmente intensa, y que ha llevado al sistema sanitario, en su conjunto, a un estrés considerable».
La gripe, un mal recurrente en cada invierno
Al margen de la incidencia anual de la epidemia, Buzón Martín abunda, precisamente, en el carácter recurrente del problema, «porque la gripe es un fenómeno estacional que, día arriba día abajo, se reproduce en semanas muy concretas del año. Tiene fecha de caducidad, pero no es evitable, aunque sí mitigable, y en eso tenemos que trabajar, porque esas tres o cuatro semanas pueden hacer mucho destrozo al sistema sanitario«.
Por formación, pero también por convicción, prevenir es un verbo que Manuel García de la Vega, presidente de la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública y Gestión Sanitaria (Sempspgs), conjuga de forma casi automática cuando oye la palabra gripe. «En mayor o menor medida, el pico de infecciones respiratorias nos pilla siempre con el pie cambiado, salvo los años de pandemia, y eso por razones obvias. La nueva normalidad, de la que tanto se habló, también implica que no se diluya la conciencia preventiva que surgió a raíz de la covid«.
Este año, el ‘chaparrón’ ha sido tan intenso y concentrado que la esponja se empapa, no drena y el sistema se satura
Y no será, apunta García de la Vega, por falta de herramientas, porque el SNS, asegura el presidente de la Sempspgs, está bien pertrechado, al menos sobre el papel. Hay protocolos de actuación, y no solo a nivel autonómico, sino de ámbito nacional.
De este último tipo, puntualiza el preventivista, hay «al menos dos»: el Plan Nacional de Preparación y Respuesta ante una Pandemia de Gripe, que Sanidad publicó en 2005, y su corolario de 2009 sobre la gripe aviar. Hay también herramientas técnicas «muy fiables», recientes y no tanto: el ya famoso Sistema de Vigilancia de Infección Respiratoria Aguda (Sivira), que se puso en marcha en plena pandemia, pero que se basa en los sistemas centinelas de vigilancia de infección respiratoria aguda leve (IRAs), de primaria, y el de infección aguda grave (IRAG) en hospitales.
El Hospital Juan Ramón Jiménez (Huelva), donde ejerce García de la Vega, es precisamente uno de los cinco hospitales adscritos a IRAG en Andalucía, «y damos información muy precisa, y actualizada semanalmente, en Andalucía y en toda España, sobre la evolución y tendencias de la curva, la naturaleza de las cepas, la incidencia prevista, la estimación de los picos… Desde principios de septiembre empezamos ya a tener datos muy fidedignos, y es entonces -si no antes- cuando el Ministerio de Sanidad y las comunidades tienen que convocar reuniones de coordinación y fijar protocolos de actuación claros y homogéneos para todo el SNS, no el 10 de enero», denuncia el preventivista andaluz.
En septiembre ya tenemos datos, y es entonces cuando hay que convocar reuniones de coordinación, no en enero
En la misma línea, Buzón Martín, jefe de Medicina Interna y de la Unidad de Enfermedades Infecciosas del Hospital Universitario de Burgos, precisa que «no podemos esperar a que las cifras de incidencia acumulada semanal estén por las nubes para tomar medidas concretas». Ahora bien, añade, para eso «hay que estructurar planes objetivos y, a ser posible, homogéneos en todo el SNS, que se basen en criterios numéricos, cuantificables, y no que cada comunidad haga lo que crea oportuno en cada momento».
‘APROBAR’ EN SEPTIEMBRE
Septiembre es también el mes que cita Marcos López Hoyos, presidente de la Sociedad Española de Inmunología (SEI), para iniciar una «buena campaña nacional de vacunación, proactiva y concienzuda», que revierta las tasas de vacunación de gripe, tradicionalmente bajas, incluso entre la población más vulnerable. «Las cepas mutan todos los años, y este, por ejemplo, la de gripe A ha estado especialmente presente. Vacunarse no evita la infección, pero sí consigue que curse de forma más leve, que sea más corta en el tiempo y que no haya tantos contagios», resume.
El presidente de la SEI apunta que la tasa general de infección de enfermedades respiratorias es similar a la del año anterior -o solo ligeramente superior, si se comparan los datos de las semanas 52 de los años 2022 y 2023-, y que lo que se ha disparado ha sido la incidencia de gripe, precisamente porque la gente se ha vacunado menos, «entre otras cosas, probablemente, por el cansancio pandémico, que afecta al uso de la mascarilla, pero también a las vacunas. En coronavirus, la vacunación quizás no era tan prioritaria, porque la inmunización previa ha sido intensa y generalizada, pero en gripe no podíamos bajar la guardia, y lo hemos hecho».
Los datos de vacunación de la temporada 2023-2024 que muestra el Gripómetro revelan una cobertura media del 63,2% en personas de 65 y más años de edad. Si los datos oficiales de las comunidades (que el ministerio pide en febrero a todas las consejerías) confirman las cifras del Gripómetro, la cobertura de vacunación en este grupo de edad sería un 3% inferior a la de la temporada pasada, pero estaría muy por debajo (como casi todos los años) del objetivo que se había marcado la Administración: alcanzar o superar el 75% en mayores y en el personal sanitario y sociosanitario, y superar el 60% en embarazadas y en personas con perfil de riesgo.
Cada campaña anual va a tener sus peculiaridades, argumenta López Hoyos, «y el año pasado, sin ir más lejos, tuvimos dos repuntes de virus respiratorio sincitial (VRS) y de gripe en población infantil a finales de septiembre y en diciembre, con una meseta entre ambos. Este año, afortunadamente, parece que se ha vuelto a regular el comportamiento habitual de esas infecciones en niños».
En suma, que cepas y comportamientos singulares al margen, lo que el sistema sanitario, y sus gestores, tienen que grabarse a fuego es que el abordaje estructural de las infecciones respiratorias agudas exige, cada año, la adopción de medidas concretas, bien tasadas, coordinadas a nivel nacional y adelantadas en el tiempo.
Y las medidas básicas, insiste el presidente de la SEI (y, con él, sus colegas), nos las sabemos de memoria. Y, además, la pandemia evidenció su eficacia: «Mascarillas ante la presencia de síntomas de infección respiratoria aguda, campañas potentes de vacunación y, que no se nos olvide, educación en salud a la población, porque este año los centros de salud y los servicios de Urgencias de los hospitales se han saturado con mucha patología banal».
Aceptar la «inevitabilidad» del problema, tercia el presidente de la Sempspgs, no significa, pues, que el SNS esté inmune ante él, «y si antes se hacían controles específicos de gripe, ahora, los planes autonómicos de contigencia incluyen controles de todas las infecciones respiratorias agudas». Pero de nada sirve el envoltorio si no hay contenido, añade su homólogo de la SEI, «porque planes de contingencia invernales existen desde hace años en todos los hospitales, pero hay que dotarles de la infraestructura y los refuerzos de personal necesarios para que sean efectivos».
UN ‘REFRITO’ DE LO YA SABIDO
Las medidas dictadas por el ministerio en el Interterritorial del 8 de enero son, en esencia, un resumen de los documentos, protocolos, planes de actuación, recomendaciones y medidas de control que se han pergeñado en los últimos años a nivel nacional y autonómico. El portavoz de la SEIMC recuerda, además, que los protocolos están muy pautados para cada tipo de infección.
Planes invernales hay en todos los hospitales, pero hay que dotarles de medios y personal
«En materia de gripe, no podemos cansarnos de recomendar todos los años la administración de la vacuna en todos los grupos de riesgo para los que está recomendada, especialmente en una temporada de alta incidencia como esta, y para eso el ministerio y las CCAA deben hacer campañas machaconas y coordinadas que lleguen de forma masiva a la población», dice Buzón Martín.
Con respecto al VRS, el jefe de Medicina Interna del Hospital de Burgos apunta que su abordaje «ha cambiado mucho y va a cambiar aún más en el futuro, con la generalización de la vacuna, que esperemos que sea una realidad a muy corto plazo». Entre tanto, «hay que incidir en el uso de anticuerpos monoclonales (nirsevimab) para la prevención de este virus en bebés, niños pequeños y madres gestantes [todas las comunidades han introducido la inmunización de VRS en la población de riesgo y en los recién nacidos, ampliándola hasta los 6 meses de edad]».
Y está, claro, la covid, «un virus que, 4 años después de su irrupción, aún no sabemos con certeza cómo evolucionará a futuro, y si adquirirá una estacionalidad similar a la de gripe o bien tendremos una transmisión más o menos uniforme a lo largo del año. La lógica invita a pensar que quedará como un virus estacional, pero en 2023 no se ha comportado así, y su presencia ha sido constante. Aun así, la receta también es conocida: vacunación intensiva en la población de riesgo y la administración de fármacos orales que se han mostrado muy eficaces para reducir la gravedad de la infección en los primeros 5 días».
Puestos a planificar a futuro, Buzón Martín no se resiste a volver a poner sobre la mesa lo que él y sus colegas llevan años reclamando en vano: «Urge la definitiva aprobación de la especialidad de Enfermedades Infecciosas. No es de recibo que España siga sin tener una formación reglada en un ámbito tan importante».