Como presidente de la Comisión de Sanidad de la CEOE y máximo representante de la Alianza para la Sanidad Privada (ASPE), Carlos Rus defiende el papel del ámbito de la privada como una parte del todo de la sanidad española. Rehúye de los mantras que quieren enfrentar lo público contra lo privado -«si le va mal a la sanidad pública, también a la privada»-, dado que el colapso de una tiene repercusiones en la otra: «Lo hemos visto con el aumento de las listas de espera y en la demanda de las urgencias».
- En mitad de la crisis sanitaria y en pleno año electoral la Sanidad vuelve a estar en el centro del debate. Y uno de los mantras que se escucha es la privatización de la misma. ¿La sociedad española conoce el papel de la privada?
- Creo que sí. La gente de la calle lo llega a entender. Otra cosa bien distinta es que hoy se demoniza lo privado porque es un arma arrojadiza, estamos en pleno proceso político. Quitando planteamientos extremos que se dan en cualquier sociedad, todos los ciudadanos han visto, por ejemplo, que durante el Covid atendimos al 30% de los pacientes. Nosotros siempre hemos dicho que solo hay un Sistema Nacional de Salud (SNS). Esos pacientes fueron hospitalizados y tratados en el ámbito privado como si fuera público. Y se ha respetado nuestra autonomía de gestión. La gente sabe qué sentido tiene la privada dentro del SNS, creo que ese mensaje ha tenido que quedar medianamente claro: somos uno.
- Pero de un tiempo a esta parte los modelos de colaboración público-privada se cuestionan y se miran con lupa, aunque de forma desigual en las autonomías…
- Nosotros colaboramos siempre, como hemos demostrado en la pandemia. Si bien lo que se plantea ahora es o una o la otra, la competición entre la pública y la privada. Si a una le va bien, a la otra que le vaya mal. Esto es lo que no tiene sentido.
- ¿Por qué?
- Al final hay 12 millones de españoles que pagan un seguro de salud o que eligen ser asistidos en la privada [Muface]. Pero, aparte, tienes otra serie de personas que la pagan de su propio bolsillo. Y, además, hay usuarios de la pública que son derivados a la privada cuando hace falta. Al final, más o menos uno de cada tres españoles es usuario de la privada. Hay una sanidad que es pública, universal, gratuita y a la que se tiene siempre un acceso sin ningún tipo de límite. Además, somos uno de los países donde la póliza de seguro es más accesible. La diferencia, por ejemplo, entre España y Alemania en un seguro mensual prácticamente se multiplica por 10, es decir, aquí la media está en 35 euros, en Alemania, 350. Hay 12 millones de españoles que tienen doble aseguramiento. O sea, que al final es una decisión como paciente, pero también lo es como consumidor. Esto es libertad de elección. ¿Y esto dónde está? En nuestra Constitución. ¿Y por qué hay iniciativa empresarial? Porque hay libertad de empresa y como hay una demanda de este servicio, se da.
- Pero, en este momento, el colapso de la Sanidad no solo está en la pública. En la privada también se notan los retrasos en las citas. ¿Se ha extendido la crisis a todos los ámbitos?
- Si le va mal a uno, le va mal a otro. Al final, hemos de ser capaces de brindar una sanidad de calidad, independientemente de la titularidad. Para nosotros, la sanidad en España es un logro social que hay que conservar, una de las principales virtudes que tiene nuestro Estado de bienestar, pero esto no quita que haya un modelo sanitario privado y haya quien pueda elegirlo. Sobre la crisis sanitaria, ¿todo es por culpa del Covid? No, hay distintas casuísticas. Tenemos otra crisis sanitaria que afrontar también entre todos.
- Entonces, ¿esa crisis también les ha hecho mella?
- En la privada, a igualdad en calidad, igualdad en excelencia en el trato al paciente, la diferencia con la sanidad pública es la accesibilidad cuando la pública está saturada. El modelo sanitario privado crece con pólizas low cost, por 30 euros entra toda la familia. Pero entonces las consultas se limitan. Si restamos accesibilidad, perdemos sentido. Un ejemplo de esta situación se da con las listas de espera. La saturación de la pública se traslada a la privada, donde no había habido nunca esa problemática. Y ahora tenemos a profesionales que están mucho más ocupados y tienes que buscar otros para dar esa atención. Luego, está nuestra atención primaria, que es lo urgente, tiene puntos en los que hay una saturación que es compleja. Antes esto solo pasaba el viernes y el domingo, ahora resulta más habitual.
- ¿Cómo se soluciona esto?
- Nosotros seremos capaces de adaptarnos a las circunstancias, pero necesitamos tiempo. Pensamos que esto es temporal. Tenemos que pasar el chaparrón y, lo mismo que la pública, nos tenemos que focalizar en las personas. Porque nos estamos encontrando con pacientes con un mayor nivel de complejidad. ¿Por qué? Porque llegan tarde y, cuando los pronósticos son tardíos, requieren más recursos, más tiempo y más horas.
- Entonces, ¿recogemos las secuelas de la crisis del Covid?
- Es otra crisis diferente. El Covid ha agudizado los problemas ya existentes. Y, aun así, el modelo sanitario en España es un buen modelo. Pero, ¿qué es lo que ocurre? Que el diagnóstico de la situación lo llevamos arrastrando desde el informe Abril Martorell, hace ya más de 30 años. Tenemos problemas porque nos faltan profesionales y el sistema requiere de mayor flexibilidad. Son los mismos obstáculos, pero agudizados años después. Entonces, el modelo no es malo, solo hay que atajar la casuística. Y nosotros como sector nos ponemos a disposición siempre. Hay que atender a los pacientes, hay que gestionar con todos los recursos disponibles. Y aquí no se hace así, porque predominan las ideologías. Y es un error. ¿Por qué? Al final al paciente le interesa una buena medicina y le importa muy poco la titularidad del centro si es público o privado, lo que quiere es que se le atienda lo más rápido posible.
- Pero siempre se pone en entredicho la finalidad de la privada, más como un negocio que un servicio de atención de salud…
- En este momento, se trata de poner sobre la mesa una contraposición o en crear enemigos. Si le va mal a la sanidad pública también a la privada. Nosotros estamos contentos si a ti (pública) te va muy bien y a mí me va muy bien. Eso sería lo perfecto y es viable. Yo no necesito que te vaya mal (pública) para que nos vaya bien (privada). Porque yendo todo perfectamente las pólizas de seguro crecían unas 350.000 al año; una muestra más del Estado de bienestar, de la capacidad adquisitiva, de la posibilidad de elegir, o sea que es un buen indicador, incluso desde el punto de vista social. Y ahora están creciendo más, sí, pero no de una forma sana para nosotros, sino con pólizas de tipo low cost.
- ¿No les compensa?
- Ese no es nuestro modelo, estábamos más contentos con el anterior, con un crecimiento natural, orgánico. Este es un momento de estrés para ambas partes. Este mantra se suma al que menciona: a la privada no le importa la salud, solo la cuenta de resultados. Esto no funciona así, tiene un punto demagógico que es complejo. Si no hago bien mi trabajo, estoy fuera. Si hay un pago económico, ¿ya no es un buen profesional con una vocación? ¿Y está mal que un empresario decida invertir en este sector y crear riqueza con empleo cualificado? Damos trabajo a 400.000 profesionales de altísima cualificación. Entonces ya somos un ser malvado. Pero es que si yo no hago bien las cosas en mi hospital, si la experiencia del paciente no es buena, sin un buen nivel de calidad de la tecnología, si el profesional no está bien formado, si la cafetería no está bien… Si no curamos al paciente, no va a volver y no va a querer venir nadie. El beneficio está en que, si él sale bien, curado, rápido y contento, vendrán más. ¿Y entonces tu negocio irá bien? Sí. Porque al final sí tenemos una condena como empresarios en el ámbito de la salud si a final de mes no conseguimos pagar los sueldos a los proveedores, trabajadores… tenemos que cerrar la persiana. Y esto es así.
- Entonces, ¿estamos ante un problema de eficiencia en la gestión para que haga el sistema sostenible?
- Sí, tenemos que ser eficientes. Falta flexibilidad. Y eso se ha logrado en muchas ocasiones con los modelos mixtos de colaboración público-privada. España es puntera en muchas cosas, por ejemplo, en atención al cáncer por la cantidad de ensayos clínicos que se hacen, el 50% en el ámbito privado y en fases iniciales. Esto sirve para atraer a los profesionales y retiene el talento. Esto atrae a los usuarios-pacientes porque un hospital que es universitario, que realiza investigación, ensayos clínicos, es un modelo que funciona. El sistema necesita ser más eficiente, en eso no hay duda. Nosotros, por ejemplo, hemos hecho un estudio cuando colaboramos con el ámbito público, las comunidades autónomas establecen unas tarifas sobre lo que cuesta el servicio público y también cuando colaboran con el privado. Hay una serie de procesos que son muy comunes y los hemos comparado a nivel nacional. Entonces, de media el ahorro es un 50%; esto supone un ahorro mínimo al año de 2.700 millones de euros.
- ¿Esto es privatizar la sanidad?
- No, esto es tener capacidad de adaptación y ser flexible. Cuando hay un problema en la Sanidad y sube la demanda estándar, la atención se ve sobrepasada. Si estoy en el ámbito público, cuando se sufre un punto de demanda, no puede hacerle frente. Eso es la falta de flexibilidad. Dentro de los modelos de gestión pública tenemos la clásica de derecho administrativo que es el hospital tradicional, pero también la fundación o la empresa; estos modelos son modelos públicos todos. La colaboración público-privada es un modelo público también, porque es una herramienta que tiene el gestor público para ser flexible y eficiente.
- ¿Quiere decir que son un recurso más para la sanidad pública?
- Claro. Pero lo que no podemos es querer seleccionar la capacidad de gestión que tenga la administración. Porque al final si se limita esta posibilidad, que es gestión pública, el modelo público se ve obligado a perder soluciones y optar por recursos menos adaptables, menos flexibles. Tal como está regulada la colaboración público-privada no es una obligación, es una disponibilidad que tiene el ámbito público. Al gestor autonómico o al de un hospital también le tienen que cuadrar las cuentas, como a todo el mundo, ya sea porque el dinero viene del bolsillo del ciudadano, porque él está pagando su sanidad pública, o al bolsillo del empresario, porque él tiene que pagar las facturas.
- Un ejemplo de ello sería…
- La protonterapia. Hace tres años se mandaba a los pacientes fuera y ahora hay dos centros en el ámbito privado al que se derivan desde la pública. Esto es una apuesta arriesgada que hace el sector, porque no sabe si va a recibir o no pacientes. Un sistema de protonterapia, entre el coste de la máquina y la inversión que se realiza en la adaptación de las instalaciones, ronda cerca de los 40 millones de euros. Y luego están los años que se tarda en ponerla en marcha y formar a los profesionales. Si ellos asumieran esa parte se tardaría más. Mientras, la pública puede contar con ella gracias al ámbito privado; esto significa que se ha adaptado a las circunstancias, lo ha hecho a menor coste y ha conseguido una respuesta rápida para el paciente.
- ¿Qué ponen a disposición de la Sanidad pública?
- Unos 456 hospitales y 430.000 centros sanitarios. Esto supone que hacemos el 42% de las intervenciones quirúrgicas, asumimos el 31% de las urgencias y de las consultas y el 24% de los partos. Todo esto descarga y libera recursos. Esto es aportar valor al sistema, si no estuviéramos colapsaría todo y si no estuviera lo público, lo haría lo privado. O sea, que nos necesitamos, es una simbiosis.
- Pero estamos en año de elecciones y el tema sanitario es una de las preocupaciones de los españoles. ¿Cuáles son esos retos de salud a los que hay que hacer frente?
- Una buena noticia es que cada vez vivimos más. Pero eso se traduce en una mala: cada vez hay mayor número de crónicos, el 80% del gasto sanitario se realiza por encima de los 60 años. Y, ¿qué hace falta? Apostar por la tecnología como una palanca que nos ayude a ser cada vez más eficientes. Necesitamos que se tenga en cuenta las necesidades de la privada, por ejemplo, a la hora de sacar plazas de profesionales. Y también modificar las competencias de los profesionales. ¿Por qué? Por ejemplo, en Enfermería, que tienen las mismas competencias desde hace 21 años, han pasado de ser una diplomatura a una licenciatura, ahora tiene una formación cada vez más excelente y hay que tener en cuenta que puede desarrollar nuevas atribuciones.
- Más pacientes y menos profesionales sanitarios para atenderlos, ¿los números no cuadran?
- Han salido las plazas de formación (8.550 plazas de medicina). Nosotros proponíamos llegar a los 10.000 porque se van a jubilar muchos y necesitamos ir adelantándonos a ese momento. Nos damos cuenta de que todos los años se van quedando una serie de plazas que ningún médico elige, medicina de familia. Y, sin embargo, hay otras muchas especialidades donde hay una mayor demanda por parte de los profesionales. Hay que tener en cuenta no sólo las plazas del ámbito público sino también del privado, porque si solo hay una plaza y necesitamos dos, nos vamos a pelear por él y esto no tiene sentido. Hay que flexibilizar la posibilidad de que compatibilice su actividad en ambos ámbitos.
- El modelo es bueno en la atención a pacientes agudos, pero, como apunta estamos en un momento en el que los crónicos son mayoría. ¿Hay que reformular el modelo de asistencia?
- La respuesta es sí. Dicho de otra forma, el modelo de agudos sigue siendo necesario, pero es cierto que es un sistema donde las mejores técnicas y demás hacen que cada vez la estancia hospitalaria sea menor. Hay que buscar modelos en los que se atiendan sin colapsos a los crónicos, a los pacientes de media estancia y luego a los de larga distancia, esto es el paciente institucionalizado dependiente. Y a todo ello, sumarle el futuro: la medicina predictiva o preventiva, que ya ponemos en marcha en el ámbito privado para adelantarnos a la enfermedad.