La leucemia mieloide aguda es un tumor muy frecuente y con una alta tasa de mortalidad. Poco más del 50% de los adultos jóvenes sobrevive tras el diagnóstico, cifra que desciende a menos del 10% de los mayores de 65 años. «Tenemos que ser capaces de ser precisos en los tratamientos que damos a estos pacientes, al igual que se hace en otros tumores, como en mama, donde unos biomarcadores se usan de pista para ajustar qué terapia responderá mejor», explica María Linares, investigadora del Hospital 12 de Octubre y de la Universidad Complutense de Madrid.
Hasta el 85% de los pacientes podría evitar la primera línea de tratamiento con quimioterapia y sus efectos secundarios, optando por otras terapias más eficaces si se determinará las alteraciones de unas proteínas para detectar los que no responden a la terapia estándar. «La opción actual se basa principalmente en la administración de citarabina [un antineoplásico empleado en este tipo de tumores hematológicos descubierto en 1970] junto con otros medicamentos», explica Linares.
Un fármaco experimental logra la remisión completa en 18 pacientes con leucemia mieloide aguda
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La revolucionaria terapia que ha acabado con la leucemia incurable de Alyssa
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Pero la investigadora matiza que «aunque es un fármaco efectivo, la gran mayoría de pacientes desarrollan resistencia, y de ellos, muy pocos sobreviven a largo plazo. Al poder predecirse qué pacientes no van a responder, evitaríamos la quimioterapia y sus efectos secundarios, como anemia, trombopenia y todas las alteraciones que se producen en las células sanguíneas».
La prevalencia de la leucemia mieloide aguda es alta. Cada año se diagnostican entre tres y cuatro casos nuevos de este tumor sanguíneo por cada 100.000 habitantes, según la Asociación Española de Afectados por Linfoma, Mieloma y Leucemia (AEAL). La cifra sube hasta los 20 cuando se trata de mayores de 65 años, puntualiza Linares. Dado que las células cancerígenas se extienden rápidamente a través de la sangre se trata de un cáncer agresivo. Este tipo de leucemia representa el 40% de todas las leucemias, apuntan desde la Fundación Josep Carreras.
El equipo de Linares ha publicado un estudio en Leukemia, una publicación científica del grupo Nature, una investigación que abre el camino a las terapias de precisión en la leucemia mieloide aguda. Mediante el empleo modelos celulares y muestras de pacientes, han observado que unas proteínas involucradas en el procesamiento de genes (denominado splicing) están implicadas en la resistencia a citarabina.
«Lo que hemos hecho ha sido coger muestras de pacientes que tenían resistencia al tratamiento o no y compararlas. Entonces hemos realizado estudios a nivel de ARN mensajero y descubrimos que el empalme de ARNm y la fosforilación de proteínas ricas en serina-arginina (SR) se alteraron durante la resistencia a citarabina», resume la investigadora.
El estudio lo firma junto a su equipo y los autores principales María Luz Morales y Roberto García-Vicente, ambos del Instituto de Investigación del Hospital 12 de Octubre i+12. El objetivo del mismo es poner sobre la mesa una opción dentro del abanico de la medicina personalizada disponible y realizar el diseño de nuevos tratamientos para enfermos refractarios.
«Hemos desarrollado una forma sencilla, a modo de frotis, con lo que podríamos obtener esta información de los pacientes diagnosticados con este tipo de leucemia», explica Linares. «Solo se necesita una pequeña cantidad de muestra. Simplemente se pone una gotita pequeña en un cristal. Luego teñimos los anticuerpos porque reconocen específicamente a las proteínas».
La investigadora del 12 de Octubre explica que tienen series con muestras de entre 60-70 pacientes que se podrían ir clasificando como respondedores o no al tratamiento estándar. En el hospital podría emplearse «como un biomarcador de respuesta».
Este mismo trabajo tiene una segunda parte práctica, porque también han evaluado la eficacia y la toxicidad de posibles nuevos tratamientos. Una vez ya se sabe que no habrá respuesta a la primera línea habitual, hay que buscar una solución. Por eso, este estudio también ha probado distintos inhibidores del proceso de splicing que podrían usarse como tratamiento de la leucemia mieloide aguda recién diagnosticada o en situación de recaída/refractariedad tras una terapia previa.
Estos inhibidores pueden prevenir diferentes pasos del proceso de splicing de manera dirigida, de forma que presentarían mayores beneficios clínicos y tiempos de supervivencia más prolongados. Linares explica que la combinación de uno de estos inhibidores, llamado H3B-8800, con venetoclax -otro fármaco ya empleado para la enfermedad- podría ser una alternativa eficaz y segura para el tratamiento de la leucemia mieloide aguda.
Linares espera que «nuestros resultados sirvan para poder discernir entre pacientes que puedan o no beneficiarse de los tratamientos estándar, así como incorporar nuevas opciones terapéuticas en la práctica clínica».