¿Llevas varias semanas sufriendo un resfriado que no se acaba de curar? La ciencia tiene la explicación para lo que te está pasando. Un nuevo estudio publicado en EClinicalMedicine, una de las publicaciones del grupo The Lancet, muestra que algunas personas pueden sufrir ‘resfriados persistentes’, una prolongación de los síntomas habituales del catarro, como tos, dolor de estómago o diarrea.
El trabajo, desarrollado por científicos de la Universidad Queen Mary de Londres sugiere que también infecciones respiratorias agudas no relacionadas con el Covid, como resfriados o gripe, pueden provocar síntomas duraderos, que se prolongan más allá de cuatro semanas tras la infección inicial.
No obstante, los científicos no han podido determinar si estos síntomas duraderos podrían tener la misma gravedad o duración que los asociados al Covid persistente, un problema que afecta a muchas personas tras la llegada del SARS-CoV-2.
La investigación comparó la prevalencia y la gravedad de los síntomas a largo plazo después de un episodio de Covid frente a episodios de otra infección respiratoria aguda que dio negativo en la prueba del coronavirus. Según los datos del trabajo, la persistencia de los síntomas se producía en ambos grupos, si bien los individuos que se recuperaban de Covid tenían más probabilidades de experimentar aturdimiento o mareos y problemas con el gusto y el olfato en comparación con los que tenían una infección respiratoria no relacionada con Covid.
«El estudio corrobora hallazgos anteriores según los cuales los síntomas a largo plazo son frecuentes tras las infecciones respiratorias en general, no solo después de la covid-19. Sin embargo, la infección por covid-19 se asoció a un mayor riesgo de varias dolencias, entre ellas, problemas de memoria, lo que sugiere que la ‘niebla cerebral’ puede estar particularmente relacionada con el virus SARS-CoV-2», ha señalado, en declaraciones a Science Media Center (SMC) Paul Harrison, catedrático de Psiquiatría de la Universidad de Oxford (Reino Unido).
«Uno de los puntos fuertes del estudio es su carácter prospectivo, basado en la población del Reino Unido. Un punto débil es el número relativamente pequeño de casos de infección que no sea Covid-19», ha añadido.
Por su parte, David Strain, profesor clínico titular y consultor honorario de la Universidad de Exeter (Reino Unido), ha declarado también a SMC, que la revisión prospectiva está «muy bien realizada».
«Han demostrado que, al menos a corto plazo, la persistencia de los síntomas puede ser preocupante no solo después de la Covid-19, sino también después de muchas otras infecciones».
Strain ha aclarado que «aunque se trata del primer estudio prospectivo sobre este tema, no es un fenómeno nuevo». De hecho, subraya, «la epidemia de gripe española de 1918-1920 dejó a muchas personas con una encefalitis letárgica que tardó décadas en resolverse (este fue el tema del libro de Oliver Sacks Awakenings [Despertares en castellano] o, dependiendo del público, de la película de Robert De Niro y Robin Williams)».
«El concepto de enfermedad posvírica también está bien establecido. Hoy en día, en el Reino Unido, aproximadamente 280.000 personas padecen encefalomielitis miálgica (ME, también conocida como síndrome de fatiga crónica [CFS]), muchas de las cuales afirman que el desencadenante fue una enfermedad vírica inicial bastante benigna».
El científico destaca que «una limitación de este estudio es que solo analiza los síntomas en un único momento. Mientras que los participantes en el ensayo COVIDENCE informan de síntomas que duran más de tres meses y hasta dos años, muchos de los que padecen ME/CFS han experimentado sus síntomas durante décadas. A falta de una comprensión de los mecanismos o de pruebas diagnósticas, se han enfrentado a un estigma sin precedentes por parte de la sociedad. Es de esperar que el legado del sistema sanitario actual no sea dejar atrás a estas personas jóvenes y previamente en forma. Este estudio pondrá de manifiesto la urgente necesidad de seguir investigando los síndromes posvíricos, los factores de riesgo y, por tanto, las vías para mitigarlos, las pruebas diagnósticas y los posibles tratamientos para ayudar al más de cuarto de millón de personas en el Reino Unido y millones en todo el mundo que padecen esta terrible enfermedad».