Los humanos estamos en casa. gérmenes en todas las superficies internas y externas de nuestro cuerpo, con mayor concentración en el intestino delgado y el intestino grueso. Estos microorganismos, compuestos principalmente por bacterias, virus y hongos, forman la llamada microbiota y pesan en conjunto alrededor de un kilogramo. Sin embargo, su poder parece tan extraordinario que se ha especulado que también puede influir en el comportamiento, incluso en la infancia.
Esto es exactamente lo que un grupo de investigadores Sociedad Italiana de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica (SIGENP), que revisó 631 publicaciones y 22 estudios científicos originales realizados a nivel mundial. La revisión aún está en curso y los resultados finales se publicarán en una revista científica internacional dentro de unos meses, pero los primeros datos se esperaban en el XXXI Congreso SIGEP celebrado recientemente en Palermo.
«A menudo existe una conexión entre la disbiosis, es decir, un estado de desequilibrio de la microbiota intestinal caracterizado por una disminución de determinadas cepas de microorganismos (en particular Faecalibacterium y Prevotella) y un aumento de Bacteroides, y trastornos como el trastorno por déficit de atención. hiperactividad, estados de ansiedad y espectro autista”, explica Silvia SalvatoreProfesor asociado, Departamento de Pediatría, Universidad de Insubria, Varese y miembro del Grupo de Estudio de Microbiota Intestinal de la Sociedad Europea de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica.
La microbiota regula varias funciones: intestinal, metabólica, inflamatoria e inmunológica. Además, puede producir sustancias como neuromoduladores y neurotransmisores como la serotonina y la dopamina, o citocinas que regulan la inflamación, la permeabilidad intestinal y pueden atravesar la barrera hematoencefálica llegando así al cerebro.
Por tanto, es probable que la microbiota influya en nuestra respuesta al estrés y al dolor y en comportamientos como la ansiedad, la depresión y la irritabilidad. Hay comunicación continua y bidireccional, Algo así como un WhatsApp siempre activo entre el cerebro y el intestinoque en realidad se llama el «segundo cerebro» porque es rico en células y fibras nerviosas.
“El cambio en la microbiota puede ser temporal y reversible. «La mejor forma de mantener una microbiota sana y equilibrada es seguir una dieta variada y equilibrada, como la dieta mediterránea», concluye el especialista.
Entonces, ¿cómo se puede tener una microbiota sana? Silvia Salvatore ofrece algunas claves. “Por tanto, limitar los alimentos industriales ultraprocesados, los productos envasados, los carbohidratos refinados, los azúcares simples y los fritos en favor de frutas y verduras, preferiblemente de temporada, legumbres, cereales integrales, frutos secos, pescado y carnes blancas. Debe evitarse el segundo consejo. Uso indiscriminado de antibióticos, tomándolos únicamente según prescripción médica. Una tercera recomendación es ser cautos con las intervenciones recomendadas (dietas de exclusión, pruebas de identificación de microbiota y selección de probióticos). y la identidad de la microbiota óptima aún no se comprende completamente”.